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viernes, 16 de agosto de 2024

A Fondo (2024)



        ¿Te gustan las carreras de motos? Pues estás de suerte, porque “A Fondo” es una película estadounidense de 2024, que tiene el mundo del motociclismo como escenario de una historia vista mil quinientas veces, que no te va a contar absolutamente nada nuevo, y que es más predecible que un tren extremeño…

          De entrada, una de las primeras cosas que me llamó la atención fue ver en los créditos iniciales el nombre de Edward James Olmos, el mítico Teniente Castillo de “Corrupción en Miami”, que, a sus casi ochenta tacos, abandonó la soleada Florida, con sus playas y su vida nocturna, para montarse un taller mecánico de Tercera División donde nadie estuvo nunca.


        En la narrativa tenemos a Wes, un joven soldado que, apasionado por las motos, no sabe dirigir muy bien su vida. Expulsado del ejército por un incidente con motos, precisamente, y con solo algunos pavos en el bolsillo, no le queda otra opción que buscar a su padre, Dean Miller, un antiguo campeón de motociclismo que nunca quiso saber nada de él, inmaduro, borracho y broncas, que trabaja en el taller mecánico de Abel, Edward james Olmos, que tiene más paciencia que un santo con el tipo.

         Falto de oportunidades, y con una camiseta hecha jirones como estandarte, Wes le pide a su padre que le enseñe el noble arte del motociclismo. Quiere ganarse la vida con las motos, compitiendo en la Categoría Super-Sport, que podría arreglarle la vida. En un principio, su padre se niega porque cree que es más viejo que el sol, y que tendría que haber empezado desde pequeño, pero el alcohol o las incipientes cataratas pronto le convencen de lo contrario, y se decide a entrenar a Wes mientras este se echa como novia a Camila, una joven hispana, madre soltera y camarera a tiempo completo que ve también potencial en este pagafantas de cuidado…


         Resumiendo: “A Fondo” no es una película novedosa, que no te vaya a contar, como os decía anteriormente, nada que no hayáis visto ya en películas parecidas. Carece de tol originalidad y la ves venir a tres millas de distancia. Tiene tres ejes fundamentales, muy planos, que no te van a sorprender, porque los nudos son rápidamente resueltos: La relación padre e hijo: Con un padre que fuma, le da a la bebida, vive de recuerdos y no es ni sombra de lo que fue, y el empeño de Wes por sacar lo mejor de él. La relación Wes-Camila: Que fluye rápido, y cuya única sorpresa que se resuelve con un: “Parece un buen chico”, es la descendencia de ella. Y el tercer eje: Las Carreras en sí. Con unos “Malotes” poco creíbles, pero necesarios para darle un poco de vidilla al tema de las motos. Si todos los pilotos se llevan bien entre ellos, la película no sería yanqui.

       Y es que aquí tampoco es que haya malos, malos… Solo gente que está sola, o bastante sola, en el caso de los cuatro personajes principales, y están haciendo todo lo posible para salir adelante, redimirse del pasado y tirar del carro.

        Con un metraje de una hora cuarenta minutos, y rodada en 20 días, es la típica película que según te agarre el día le darías una nota u otra. Yo le doy un 4 de nota porque me ha hecho creer que soy adivino: Había una escena, y decía: Verás como ahora sucede esto… Y sucedía. Pero ese cuatro de nota no significa que sea mala, mala, solamente que es del montón, y que la olvidaré fácilmente. Quizás pueda llegar a entretenerte.

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