“One Piece” es un manga,
dibujado y firmado por Eiichiro Oda, que comenzó en 1997 y que lleva ciento y
pico de tomos publicados (y dentro de estos, más de mil capítulos), películas y
animes para parar un tren.
Tengo
que reconocer que yo no he leído los mangas, más que nada porque me ha dado
vértigo siempre la cantidad de cómics y todo lo que rodea el universo “One
Piece”, pero si he visto algunos episodios del anime, algunas películas y
atesoro algún muñequito de Luffy, Nami, Robin o Brooks, por citaros algunos.
Quizás por ello, no sea el más indicado, ni el más erudito,
para hacer un estudio exhaustivo de la serie en comparación con la obra
original de Oda. Y por ello, prefiero centrarme más en la serie como mero
espectador, novato de este Universo de Piratas, Marines y Tesoros escondidos,
con luchadores formidables y aventuras llenas de acción, que en andar
comparando. Algo que si podría hacer, porque tengo más tablas, con “Saint
Seiya”, o con “Dragon Ball”.
En el caso de la serie de “One Piece”, (Primera Temporada
con siete episodios, no le sobra ninguno), me ha sorprendido de entrada la
cantidad de críticas negativas que le comenzaron a llover en un principio a la
serie, sin que se hubiera estrenado ni siquiera en España, y como esas críticas
han ido cayendo en su mayoría, disolviéndose como un azucarillo en un café: A
saber, que si había personajes que no se parecían, que si Nami no era Nami, que
si Usopp no tenía una nariz de medio metro como debería, que si el doblaje de
Sanji sonaba con acento canario (para mí, maravilloso, que se doble el mismo
actor que es hispano-británico)… Y así mil cosas más que ríete tu entonces de
la versión de personajes reales de “Saint Seiya”.
Después
te pones a ver la serie y vale cada minuto que se han gastado en el
presupuesto. En mi opinión, los actores encajan casi casi a la perfección con
sus personajes. Buenas actuaciones, buenas adaptaciones hasta donde recuerdo
haber visto y conocido. Quiero decir: Es imposible hacer una adaptación fiel al
100% del cómic con personajes reales, pero no la caga como si lo hacen otras
adaptaciones como las citadas anteriormente “Dragon Ball” o “Saint Seiya”.
En
la narrativa (y resumiendo mucho, muchísimo), tenemos la búsqueda, en un mundo
fantástico, por parte de Monkey D. Luffy, un joven que comió de pequeño una
fruta demoniaca “Goma Goma” que le dio los poderes de estirarse como una goma
elástica, del mítico tesoro conocido como el “One Piece”, dejado allí por el
mítico rey de los piratas “Gold Roger”, nombrado por el mismo pirata el día de
su ejecución, y que dio inicio a una carrera por encontrarlo por parte de los
piratas, que dura veinte años.
El
propio Luffy, que quiere ser el nuevo Rey de los Piratas, va conformando su propia
tripulación mientras lucha contra otros piratas, la Marina (en la cual aparte
de enemigos, tiene algún amigo y familiar) y seres fantásticos que habitan su
mundo…
La
serie, lejos de ser mala, me ha sorprendido gratamente, y he disfrutado cada
uno de sus episodios: Tiene acción, buenas aventuras, buen planteamiento,
buenas actuaciones y efectos especiales aceptables, respeta en lo que puede y
cabe a la obra original y hasta el autor no anda descontento, ¿Se puede pedir
más? Pues que Netflix no la cancele, ya que, a pesar del evidente éxito, la
plataforma aun no se ha pronunciado y no sería de extrañar que una Segunda
Temporada se fuera al par de años mínimo… Dale una oportunidad, sin duda, te
gustará.
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