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martes, 17 de noviembre de 2020

Pies descalzos 1. Una historia de Hiroshima (DeBolsillo, 2015) Keiji Nakazawa

 

        Keiji Nakazawa (1939-2012) tenía seis años cuando el “Enola Gay” lanzó la bomba atómica en su localidad natal, Hiroshima. Solo consiguieron sobrevivir su madre y él mismo, pereciendo el resto de su familia.

 

        Mudado a Tokyo para trabajar en publicaciones Manga, no comenzó a retratar en cómics su propia experiencia hasta mediados de los sesenta, a través de un personaje que se transformaría en su propio “Alter Ego”: Gen, o Gen el descalzo. Un chaval de seis años, que, sobrevive a la explosión nuclear junto a su madre embarazada, y que vive mil historias para sobrevivir, transformándose en un pícaro de muy buen corazón, en un paisaje rodeado de cadáveres, gente a la que se cae la carne del cuerpo, egoísmo y mucha Ley de la Selva.


        “Pies descalzos 1. Una historia de Hiroshima” (DeBolsillo, 2015) tiene un prólogo de Art Spiegelman (1990) que ya de por sí te pone de sobre aviso sobre el cómic. Pero, es difícil imaginarse lo que vas a leer. Uno, al menos yo, tiene la imagen típica de la Hiroshima devastada, con la cúpula del Hiroshima Hall allí de pie, como símbolo de lo que pasó. Pero no tenemos en mente la deshumanización de que allí se vivió, las opiniones, las claves y las reacciones de las personas que allí vivían y que sufrieron sus efectos.

        Este cómic es de los que te hace removerte en el sofá, cuando lees (y ves) algunas escenas. Remueve conciencias. No es un cómic nacionalista japonés, que odie al yanqui, y que tiene mucha autocritica (sobre todo, muy visible en el padre del protagonista, que, pacifista, suele educar a golpes, pero no deja de ser un buen tipo a pesar de algunas cosas que hoy en día serían criticables). Tiene unos momentos de ternura impresionante, combinados con la más absoluta falta de humanidad, soledad y egoísmo, y mucha esperanza.

        Creo que es un cómic muy recomendable, que no te dejará indiferente, y cuyas casi ochocientas páginas lo hacen una memoria viva de aquel Japón de mediados de los cuarenta. Un imprescindible, sin duda.

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