Hoy hemos ido, en sesión
matinal (como casi siempre), a ver la coproducción chino-estadounidense, “Abominable”
(2019), y nos ha parecido, ciertamente, entretenida.
La historia gira en
torno a una chica (Yi), que acaba de perder a su padre, y que vive en un
apartamento minúsculo, con su madre y su abuela. Su padre y ella tenían
planeado conocer el país, pero la muerte del mismo, trunca ese deseo.
Mientras, de un
laboratorio secreto, se escapa un joven yeti, que se refugia en la azotea de Yi.
Desde el primer momento, surge una conexión entre ambos, y Yi se propone devolver
a su amigo blanco, y mágico (hace magia, de verdad), a su hogar natal: El
territorio ocupado del Tíbet, Himalaya, y concretamente el Everest (nombre que
le ponen al simpático ser). Con ayuda de dos de sus vecinos, Peng (un obseso
del baloncesto), y Jin (un guaperas, adicto al móvil y a las cosas caras), se
verán envueltos en una “road movie” por los principales destinos turísticos
chinos, mientras que lo “malos malotes” les siguen con todo tipo de tecnología,
con la intención de enjaular al Yeti y cortarlo en trozos, ¿O era al revés?
La cinta debía haberse
llamado “Adorable”, en vez de “Abominable”, ya que el bichejo se hace querer.
Banda sonora pasa casi desapercibida, salvo por algunos solos de violín que se
echa Yi encima. Toca la fibra, aunque no tanto como “Coco” (2017), y es una
buena película de animación, con el metraje justo, por los pelos. La
recomiendo.Coco
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