No conocía a Elmyr de
Hory (1906-1976) hasta hace unas semanas. La verdad es que su nombre no me
sonaba de nada, y fue el libro “Dalí
y yo”
quien me dio una pista original, primero sobre los distintos falsificadores y
copistas del S.XX, que se forraron con las falsificaciones de Dalí, Picasso,
Derain, Vlamick y Matisse, entre otros, y después sobre este en concreto.
Y me encuentro el libro,
editado por Norma, o más bien reeditado (2009), dedicado a Elmyr de Hory,
llamado: “¡Fraude!: La Historia de Elmyr de Hory, el pintor más discutido de nuestro
tiempo”, escrito por todo un mentiroso y embaucador como fue Clifford Irving
(1930-2017), conocido por escribir una autobiografía falsa de Howard Hughes que
acabó en juicio sonadísimo (1972). El libro sobre Hory (1969), acabó
convirtiéndose en documental del mismísimo Orson Wells (“F for Fake”, 1973), y
el personaje, Elmyr de Hory, se hizo archifamoso, aunque, posteriormente a su
suicidio (1976) cayó en el olvido hasta hace unos años.
En este libro nos
encontramos a un quejumbroso e inocente Elmyr, que huye de su imperio
austrohúngaro (como si fuese un antiguo miembro de la nobleza venido a menos,
con padres perseguidos por ser judíos, cuando posiblemente, él mismo fuera un
filonazi durante la Segunda Guerra Mundial), convirtiéndose en un apátrida que
viajará por distintos países, pintando “a la manera de” para ganarse la vida.
Es decir, haciendo copias y falsificaciones que se vendían como auténticas a
galerías, particulares y nuevos ricos de Texas. Huye de un lugar para otro, y
acaba cayendo en las garras de dos marchantes sin escrúpulos: Réal Lessard, que
escribió en 1986 su propia versión de los hechos, en el libro “Veintisiete años
de silencio” (descatalogado), donde él era una víctima más y uno de los
verdaderos pintores-falsificadores, contradiciendo a Elmyr de Hory. Y, el
polémico marchante de arte, Fernand Legrós, que fue un personaje peculiar:
Violento, avaro y que poseía un harén masculino de jovencitos, a los que
colmaba de dinero, ropa y coches (este tipo daría para una película de miedo, él
solito).
El libro de Irving se lee
muy bien, como un libro de aventuras, pero hay cosas que no me cuadran desde el
principio. Este tipo, por lo que se dice, recluido en diversos sitios y sin un
dólar en el bolsillo, pintaba cuadros como churros, mientras que Legrós y
Lessard los metían en el mercado sin muchas dificultades, engañando a expertos
historiadores del arte y galeristas, salvo a algún que otro suspicaz pájaro que
les pillaba el fraude.
El periodo de vida más
interesante de Elmyr de Hory es el que pasa en Ibiza, desde los años sesenta
hasta su muerte en 1976, donde los escándalos son constantes, y mantienen una
verdadera fábrica de hacer cuadros falsos.
Fernand Legrós, verdaderamente parecía un tipo no muy cuerdo... Listo, inteligente, pero no muy cuerdo...
Ahora bien, después de
leerme el libro, he descubierto uno reciente, que desmonta todo el libro de
Irving, que, como bien dice el título, es un fraude, pero un fraude de mentir
como cosacos. Se trata del libro “Desmontando
a Elmyr” de Diego Feliu (Editorial Sloper, 2018), que me
leeré en septiembre (ya lo tengo pedido), en el cual desmiente todo lo que
cuenta Irving. En realidad, De Hory habría sido falsificador de sellos para
aduanas y firmas, y no sabría coger ni un triste pincel, siendo Lessard uno de
los verdaderos pintores falsificadores, junto a otros, que inundarían el
mercado con sus obras fraudulentas (aquí os pongo el enlace de un interesante youtuber, Antonio García Villarán, del cual me considero fan absoluto)
En fin, me ha parecido un
tema muy interesante, y seguiré leyendo y averiguando algo más sobre este
fascinante trío de embusteros artísticos. A veces, lo falso, brilla más que lo
verdadero. No es oro todo lo que reluce, y “Fraude”, es una prueba de ello.
P.D: Por cierto, aquí os
dejo un enlace de una
entrevista al sujeto, en 1976, de RTVE.
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