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domingo, 16 de octubre de 2016

El camino del perro. Sam Savage

 (No es Robinson Crusoe, es Sam Savage. Escritor como la copa de un pino)


        Sam Savage llegó a mí, con “Firmin” bajo el brazo, aquella deliciosa y entrañable rata de librería, poseedora de una crisis existencial tremenda, que hacía de su vida, por un lado, una auténtica aventura literaria, el placer de saber, y por otro lado, como decía Goya en su famoso grabado “El sueño de la razón produce monstruos”, sentir la angustia de ese propio saber.
         Creo recordar que, ya aquí, escribí una entrada sobre el tema, hará seis o siete años. De aquellos lectores del blog, hoy ya no queda ninguno, si acaso uno o dos, pero en la derecha de la imagen tenéis un buscador de entradas que os ayudará a encontrarlo, si deseáis recordarlo. Yo no. Prefiero dejarlo así.

         Después Sam Savage desapareció de mi vida, tal como vino. Me perdí “El lamento del perezoso” y “Cristal”, no porque no quisiera meterme en ellos, si no por el hecho de que la vida me trajo otras lecturas, muchas de ellas relacionadas con mi vida, y profesión, como Historiador del Arte. Casualidades de la vida, hace un par de semanas, me encontraba en la librería Universitas de Badajoz, comprando algunos libros en portugués, y vi en un stand, bien visible “El camino del perro” de Sam Savage. Y no sé si fue la nostalgia que me provocó su nombre, el recuerdo de Firmin, o el hecho de recordar con mucho cariño su literatura, su manera de escribir, que lo cogí casi automáticamente, sin dudarlo, con la idea de devorarlo con el mismo interés que hice con Firmin.

        Aquí me he encontrado, de nuevo al Savage existencialista, en un librito corto, en el que se le reconoce a él mismo en la voz interior, monolística (permitidme la palabra inventada, de “monólogo”), de Harold Nivenson, un artista menor. Escritor, pintor, crítico de arte y mecenas de artistas, que se encuentra al final de su vida, y que reflexiona sobre su trayectoria vital, su barrio, sus vecinos, el arte, la literatura, la relación con su hijo, su esposa o su hermana… Mientras su casa, como él mismo, se van derrumbando por el paso de los años.

       Su modo de relatar el pasado, los sueños que no fueron, la relación con un pintor alemán que se fue a vivir a su casa (Meininger), sus opiniones sobre los errores cometidos en el pasado, su manera de afrontarlos, el amor perdido, el suicidio… Destilan mucha tristeza, resentimiento, pero a la vez, Nivenson busca encontrar la paz interior que solo Roy, su perro fallecido, pudo durante unos años transmitirle. El puzle de su vida va tomando forma ante los ojos del lector.


      “El camino del perro” no solo me ha gustado, si no que me ha encantado en todos los aspectos. Savage se puso a escribir con sesenta y cinco años. Va camino de los ochenta. Está en la senda de ser uno de los grandes. Sin duda.

2 comentarios:

firmin dijo...

Duncan, yo también escribí un post sobre Firmin entonces. Me encantó y a veces recuerdo con qué encanto hablaba de "las beldades" y otras cosas. Estaba dudando si leer El camino del perro pero tu post me decide. Ya te contaré cuando lo lea.Deseo que estéis bien y que al fin hayas tenido plaza al aprobar una vez más las siniestras oposiciones. Un abrazo

Duncan de Gross dijo...

Ay, las beldades, jajajaja. "El camino del perro" te va a encantar Firmin!!. ¿Te leíste Cristal y El Lamento del perezoso?. No conseguí plaza, llevo tres oposiciones seguidas, consecutivas, aprobadas, pero tengo estabilidad laboral afortunadamente como interino. Un abrazo