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viernes, 23 de agosto de 2024

Fly me to the Moon (2024)

 

        ¿Llegó realmente el hombre a la luna, tendrá algún día Extremadura tren, había un episodio final no emitido de “Dragones y Mazmorras”? Son preguntas que el ser humano se ha hecho, entre otras muchas, en los últimos sesenta años, y la película estadounidense de 2024, “Fly me to the Moon” (canción de Frank Sinatra, por cierto), que en Hispano-América se ha titulado, “La Otra cara de la Luna” ahonda en la primera de las preguntas… ¿Llegó el hombre a la Luna, y en el caso de que no hubiera llegado… Qué plan B había al respecto?

          Estamos a finales de los años sesenta. Los gringos y los soviéticos están en plena Guerra Fría, y en plena carrera espacial. Los soviéticos han marcado el primer gol con el Sputnik, con la perrita Laika y con Yuri Gagarin… A los yanquis todo se les estalla como si fuesen los “cobetes” de la Feria de San Juan de Badajoz, y a veces, desgraciadamente, se pierden vidas humanas.


         Todas las esperanzas están puestas en el proyecto “Apolo 11”, que llevará a tres seres humanos, tres hombres a la Luna, y regresarán para contarlo, es 1969. La historia, cinematográfica de por sí, nos la conocemos, aunque quizás sea más conocida, ahora que lo pienso, la historia del “Apolo 13”, gracias a la película de Tom Hanks de 1995…

         En caso es que “Fly me to the Moon” aborda la historia a través de una especialista en marketing, y timadora profesional, Kelly Jones (interpretada por Scarlett Johansson, que, además, ejerce de productora en esta cinta), que es contratada por la NASA en un principio para temas de imagen y mercadeo, y que acaba metida de cabeza en el Proyecto Artemis, dirigido por un agente gubernamental, Moe Berkus (un fantástico Woody Harrelson), que consistirá en engañar a la opinión pública estadounidense y al mundo en general, con la emisión de falsas imágenes rodadas en un plató por un director de anuncios televisivos adicto al TAB.


         Por el camino, se ira enamorando de Cole Davis, director de lanzamiento del “Apolo 11”, cuyos recuerdos sobre el trágico final del “Apolo 1” castigan continuamente su mente, interpretado por Channing Tatum, que excesivamente maquillado a lo largo de todo el metraje, y con el rictus de un eucalipto del Guadiana, me ha recordado a un muñeco perdido de Jim Henson en algún plató de “Barrio Sésamo”, y a ratos a un extra de cualquier película de “Star Trek”.

         La película tiene una primera hora muy dinámica, donde se ve las actitudes de Kelly para convencer al personal de cualquier cosa, más o menos como hacía el personaje de Fénix en la serie “El Equipo A”, en Hispano-América “Los Magníficos”, y donde pronto la contactan desde el Gobierno, y una segunda hora, más lenta, más aburrida, a la que le podríamos amputar media hora perfectamente, y con ello creo que saldríamos ganando en ritmo e interés.


        En definitiva: Dos horas y diez minutos de metraje, para contar lo que nos cuentan, me parece excesivo. El papel de Kelly le viene como anillo al dedo a Johansson, que no hace falta que haga mucho para brillar. Muy bien Woody Harrelson haciendo de Woody Harrelson, si hubiera sacado una pistola y se hubiera cargado a alguien tampoco hubiera pasado mucho. Inexistente la química entre Tatum y Johansson, al igual que inexistente la teórica comedia que se suponía que iba a tener esta película cuando la vi anunciada en los trailers. Tatum tiene, en mi opinión, el papel menos creíble, pero bueno… Aceptamos pulpo como animal de compañía.

        De nota le pongo mi 5 riguroso, al que suelo estar abonado, más por el interés que me despierta ver un episodio concreto de la Guerra Fría, que por el conjunto de la película. Mención especial a un gato negro realizado por IA, y a unos secundarios aceptables. La música, también buena, por cierto.

        Esta es la típica película que gustará a amantes de coches y cazas de combate clásicos, “cobetes” espaciales, fans de Scarlett Johansson, y no le va a hacer mucha gracia a dueños de tiendas de televisores. Yo ya la estoy olvidando.

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