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viernes, 13 de enero de 2023

Willow. Primera Temporada (Disney, 2022)

 

      Me he esperado los dos meses preceptivos antes de ponerme a teclear sobre la Primera Temporada de “Willow” (Disney, 2022), ya que no soy de los que escriben antes de tiempo (ya con la primera media hora del primer capítulo), y me gusta ver la serie completa, sus ocho episodios (en este caso), para poder decir alto y claro, que es una ñorda muy, pero que muy grande, oiiiiga.


      En primer lugar, no entiendo porque Disney no hace lo mismo que Netflix y saca toda la tanda de episodios de una sola tacada. Hacerlo poco a poco lo único que logra es que la gente se desenchufe mucho antes, y que si las cifras del primer episodio (por curiosidad y nostalgia) pueden ser increíbles, las del últimos puedan ser vergonzosas (por el peso de la razón).


       La serie “Willow” nos ha demostrado ser una mala secuela de la mítica película ochentera del mismo nombre, que allá por el 88 hiciera nuestras delicias de jóvenes. En la serie ya desde el principio se pierde la épica y magia medieval que tenía la película, para convertirse en una serie juvenil Disney, con un humor que de humor tiene más bien poco, y con ciertos clichés muy repetitivos a lo largo de todos los episodios…


       A continuación, os doy algunos datos que me han rayado bastante… No todos, o tendría que escribir una tesis y la verdad es que no la merece:


        Los personajes masculinos son ridículos, torpes e idiotas. Auténticos bobos sin gracia ni personalidad, donde destaca un príncipe hindú y el hermano perdido del Cigala. De hecho, tanto es así, que mueren dos personajes (masculinos), y nadie los echa en falta en todo el resto de episodios.


        La música no acompaña a lo que se supone que es un mundo medieval de espada y brujería. Más que épico, es una fiesta de nenes de anuncio de Carolina Herrera, con un estilismo demasiado moderno (sacan unos modelitos…), donde nadie se ensucia prácticamente y todos lucen genial con unos pelazos y unas poses de aúpa.


        El quinto episodio comienza con una peligrosa persecución, en la que peligra la vida de los protagonistas, y la música que le pone a dicha secuencia es alegre, juvenil, un choteo auténtico.


         Ciertas escenas de lucha o de entrenamiento siempre acaban en morreos, una y otra vez (cansinos, ooooiga).


          Los trolls, al parecer, son intelectuales, administrativos, filósofos, y en un episodio (el segundo) aparecen dos leñadoras estadounidenses del S.XIX con sombrero de cowboy… Esto fue de Valium p´rriba.


        Los malos son personajes del “Silent Hill” o de alguna pesadilla japonesa de Tercera División. Horribles. Hay uno con una jaula de canario en la cabeza. Grrrr!


          El octavo y último episodio de la temporada tiene la típica batalla que se espera para un final, con protagonistas caídos en combate, duelos de magia y un par de Jefes Finales que salen pronto derrotados, como no podía ser de otra manera.


         Pero, lo que ya remata es Dire Straits cerrando lo que parece una partida de “Dragones y Mazmorras”, donde se barrunta nueva temporada… Una escena final nos muestra tres libros, tres tomos en una estantería, dando a entender que vendrá más “Willow”, y habrá que preparar el Tranquimazin…


          En definitiva: Serie que no volvería ver ni aunque me pagasen. Más mala que pegarle a un padre, y que dejo a vuestra entera elección… Uffff!!

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