“La amabilidad de los
extraños” (2019) es una serie de historias que se van cruzando, con Nueva York
de fondo, todas con grandes dilemas, vacíos sentimentales, soledades y melancolías
o directamente dramas, aparte de mil problemas, como punto de unión.
Por un lado, tenemos a
Clara, que huye de su marido maltratador (un policía), junto a sus dos hijos (el abuelo, también es telita).
Su idea es convencer a los niños de que están de vacaciones perpetuas, pero
pronto se queda sin coche y sin más mantenimiento que ir a comedores de beneficencia
y a fiestas multitudinarias a robar comida.
Después está Alice, que
es todo terreno: Enfermera, guía de un grupo de terapia y trabajadora en un
comedor social. Un auténtico ángel de la guarda que solo vive para los demás.
Marc y Peter, un
camarero y su abogado, que tienen una relación muy estrecha de amistad desde
que el abogado sacó al camarero de la cárcel por culpa de un hermano enganchado
a las drogas. El abogado es ahora quién lo pasa mal, y ambos se apoyan,
mientras las historias se cruzan (y las desgracias se comparten).
La película parece un
cuento, pero se pasa en la descripción, demasiado amable, del personal. La
gente no es realmente como sale en la película, ni aquí, ni en Nueva York, pero
no deja de ser una película bienintencionada, con ganas de contar una historia
bonita. No está mal, pero cómo ya habréis adivinado, le sobra media hora larga,
para contar exactamente lo mismo. Dos horas (casi) es demasiado metraje.
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