No conocía la historia
de Burt Munro, y me la he encontrado en internet mientras buscaba otra cosa que
no tenía nada que ver, pero que me ha ido llevando a distintos enlaces hasta
llegar a la vida de este neozelandés.
Después he visto que
había una película de 2005 con Anthony Hopkins de protagonista, titulada “Burt
Munro: Un sueño, una leyenda”, y me he decidido verla. Tras el visionado, me he
dado cuenta que la película no tiene nada que ver con las biografías que había
leído del verdadero Munro, pero eso no quiere decir que la película sea mala o
entretenida (en caso contrario, posiblemente, no le habría dedicado más de
cuatro líneas).
En la narrativa,
tenemos a un viejo Burt Munro (con problemas cardiacos, algo que nunca tuvo)
que vive en Nueva Zelanda, con una pensión y una pequeña propiedad de hierba
alta. No es conocido por su higiene, y tiene una sordera galopante. Su mayor
sueño es viajar a Estados Unidos con su vieja moto Indian de 1920 y batir un
record de velocidad en mitad del desierto.
Para ello, todos sus
vecinos y amigos le ayudan a reunir el dinero y mandarlo a cumplir su sueño,
donde, una vez allí (en los Estados Unidos), conocerá a toda una serie de
personajes (y personajillos) en su travesía hacia el desierto (y su sueño). La brecha
cultural es palpable, y él se comporta como una especie de Paco Martínez Soria
(le faltan las gallinas), lo cual busca la sonrisa del espectador.
La película no está
mal, aunque me ha parecido realizada a base de retazos, y un tanto “El Mago de
Oz”, por la manera en la que Munro se va encontrando a cada uno de los
personajes, y que muchos de ellos compartan con él sus experiencias, vidas,
amistad (o cama). Quizás le sobre media hora, como os habréis podido imaginar (hay subtramas que no vienen a cuento y que no aportan nada a la historia principal),
pero no deja de ser una buena película.
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