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miércoles, 22 de mayo de 2019

Sally Heathcote. Sufragista (La cúpula, 2018) Mary M. Talbot, Kate Charlesworth, Bryan Talbot



        Hace unos días, lo comentaba en una entrada anterior, alquilé la película “Las Sufragistas” (2015), a raíz de la compra del cómic “Sally Heathcote. Sufragista” (7ª edición, 2018, La cúpula) de Mary M. Talbot, Kate Charlesworth y Bryan Talbot. A Mary M. Talbot y a Bryan Talbot, ya les conocíamos en el blog, ya que hace unos años, le dedicamos una entrada a “La virgen roja” (2016), un cómic muy interesante, sobre aquella etapa convulsa y utópica, de la Comuna de París (1870). Igualmente, de Bryan Talbot, no hace mucho tiempo, comentábamos “El cuento de una rata mala” (2013), que, es, igualmente, de lo más recomendable.














        El caso es que me he leído el cómic, basado en un personaje ficticio, Sally Heathcote, pero con un trasfondo de realidad que es la lucha de los diversos colectivos de sufragistas británicas, que, lucharon por sus derechos a comienzos del S.XX. Sally es una trabajadora, una sirvienta que entra al servicio de la cara más conocida de la lucha de las mujeres, la mítica Emmeline Pankhurst. Parecida evolución a la que nos encontramos en la película, con la protagonista, que también es un personaje ficticio y que sufre el mismo calvario que Sally. Conoce la lucha, se involucra, paga las consecuencias con abusos, hostias y cárcel, a la que se suma la huelga de hambre…

         Pero, aquí hay una visión diferente, que hace el cómic muy interesante. Y, es que, las sufragistas, no estaban tan unidas como podía parecer, y se ve una ruptura, clara y evidente, por el tema de cómo llevar las cosas, la lucha, pacífica o violenta, entre el grupo de Pankhurst y su hija Christabel, y el matrimonio Pethick-Lawrence, expulsados de la WSPU (liderada por Pankhurst) por declararse en contra de actos radicales y violentos. La pareja acabó uniéndose, casi fundando, a “Sufragistas Unidas”, un grupo más pacífico en sus reivindicaciones. La muerte de Emily Wilding Davison también se recoge en el cómic, no con tanto protagonismo como en la película, pero si como un punto de inflexión en las reivindicaciones, así como lo fue la Primera Guerra Mundial.

        El final del cómic es demoledor, con una Sally encamada, a punto de fallecer, que recibe la visita de su nieta, que va a cumplir los dieciocho, y que no está, para nada, ilusionada con votar. Es triste. Si supieran los jóvenes los esfuerzos y sacrificios (con muertes incluidas) que ha hecho la sociedad a lo largo de la Historia para que podamos votar, hombres y mujeres, y ver nuestros votos representados en un estado libre… En fin, muy recomendable su lectura. Siempre se aprende algo que no se sabía.

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