Creo que este cómic
biográfico sobre el arquitecto alemán Mies Van der Rohe (1886-1969), titulado
simple y llanamente “Mies” (Grafito Editorial, 2019), es lo primero que me leo
de Agustín Ferrer Casas (Pamplona, 1971), y la sorpresa (grata) que me he
llevado de él, es increíble.
Me interesa mucho la
arquitectura del S. XX. De hecho, para las oposiciones, me tuve que preparar un
tema con los principales arquitectos y obras más relevantes, y estuve indagando
durante bastantes meses sobre estilos, países, tendencias y vanguardias. La
pila de libros que me he leído, pero que no he comentado por aquí, es brutal.
Hace casi doce años, cuando empecé a escribir en el blog, hice una breve (y
equivocada en parte) referencia a las sillas
de Mies Van der Rohe, que se ha convertido en una de las entradas más visitadas
y concurridas de lo que llevo publicado hasta la fecha, y que venía a
satisfacer mi curiosidad por el periodo Bauhaus, y aquella estrambótica escuela
de leyenda, donde lo mismo aprendías dibujo que arquitectura, teatro y
escultura, cerrada por los nazis en 1933 siendo Mies Van der Rohe su último
director. Es uno de mis autores preferidos, junto a Lloyd, y cuando vi el cómic
entre las novedades anuales, no dudé en comprarlo. Este tenía que tenerlo, y leerlo
cuanto antes.
Y vaya si lo he
disfrutado. Ferrer Casas ha hecho un magnífico trabajo. Es un cómic
apasionante, donde un anciano y achacoso Mies narra a su nieto, Dirk Lohan
(1938), arquitecto de profesión como él, la historia de su vida en un vuelo a
Berlín Occidental, donde pondrá la primera piedra de la Nueva Galería Nacional.
Su intimidad fluirá, a través de sus recuerdos, desde sus primeros pasos con su
padre cantero, hasta su experiencia en la Primera Guerra Mundial, su paso por
la Bauhaus, la reacción (ignorante) de Alfonso XIII ante su Pabellón Barcelona,
su pique rencoroso con Walter Gropius (fundador de la Bauhaus, arquitecto al
que también admiro), sus amores y sus miedos ante la falta de trabajos que
realizar, así como la difícil relación con su clientela y con los nazis, a los
cuales en un principio apoyará firmando un manifiesto (y del que pronto se
arrepentirá).
El cómic viene con
prólogo de Norman Foster (arquitecto y Premio Pritzker 1999) y con un epilogo
de la periodista e historiadora del arte, Anatxu Zabalbeascoa (1966), ya que,
al parecer, el cómic está basado en un artículo suyo para XL Semanal. Lo
recomiendo, fehacientemente. No lo dejéis pasar, porque es de lo mejorcito que he
leído en cuanto a biografías comiqueras.
P.D: Si Ferrer Casas te
pilla intentado reproducir su obra, tienes que hacer el edificio Seagram en
escala 1:10 y con palillos y cola. Espero que no me pille, porque no soy capaz
de juntar tres palillos sin que se rompan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario