Como bien digo en la miniatura del vídeo, para ver “Jefes de Estado”, es
imprescindible desconectar el cerebro, no tomártela en serio, y disfrutar de
esta producción, comedia veraniega de 2025 que nos trae Amazon, de ver y
olvidar, y pasar a otra cosa.
Rodada en Inglaterra,
Italia y Serbia, con cien millones de presupuesto, “Jefes de Estado” es una
producción que ha ido cocinándose a fuego lento desde que en 2020 se anunciara
el proyecto que iba a estar protagonizado por Idris Elba y John Cena en los
papeles principales, y cuya trama gira en torno a dos Jefes de Estado (el
estadounidense John Cena, acá Will Derringer, y el británico Idris Elba como el
Primer Ministro Sam Clarke), que deberán superar sus diferencias para
sobrevivir a un grupo terrorista que quiere acabar con ellos, y de paso
disolver la OTAN, algo que para lograrse no es necesario ningún grupo
terrorista (sospecho), y todo narrado en una hora y cuarenta y cinco minutos de
metraje donde los anglosajones se la miden, a ver quién tiene el ego más grande,
mientras en España se tiran tomates en Buñol…
“Jefes de Estado” tiene bastante acción, y es el tipo de películas de dúos que reparten y recibe, a la vez que crean situaciones algo cómicas, algo que supongo comenzó hace sesenta o setenta años con Terence Hill y Bud Spencer, y cuya formula se ha repetido hasta la saciedad en el cine gringo, sobre todo en los años ochenta y noventa del siglo pasado, y en algunas producciones de este siglo también… Se me viene a la cabeza, por poneros un ejemplo, “Dos Policías Rebeldes”.
El guion es tan simple como
el mecanismo de un botijo, es predecible como ella sola y sabes desde el inicio
cuál va a ser su desarrollo y cómo va a acabar porque la has visto cientos de
veces, pero tiene su efectividad si lo que quieres es pasar una tarde veraniega
entretenido. Tiene unos giros de guion rarunos, y unos villanos poco
desarrollados y casi todopoderosos, a los que ningún policía, fuerzas
especiales o ejército parecen lograr parar, y solo estos dos Presidentes del
Gobierno duros de matar, más la espía del MI6, Noel Bisset, parecen poner en
jaque en todas las ocasiones, para desesperación de un Final Boss, como os
digo, que no me acabó de convencer del todo.
La película comienza y
termina con la canción “Volare” de los Gipsy Kings, y con una falsa
retrasmisión desde Buñol en España, de la Fiesta de la Tomatina, (por cierto, bastante
mal recreada), donde un grupo combinado de agentes del MI6 y la CIA van a
intentar capturar a un traficante ruso que hacía años que no enseñaba la patita,
Viktor Gradov. Y claro, La Tomatina es el mejor lugar para volver a aparecer.
La operación britano-yanqui
fracasa, y todos los agentes acaban finiquitados menos la única agente
femenina, Noel Bisset, y Gradov obtiene acceso al sistema de vigilancia global
Echelon, al cual accede gracias a que la furgoneta camuflada de los agentes
tiene acceso directo, y claro, nada más sencillo.
Con ese sistema, el traficante
puede saber cuando vas al W.C, cómo va el partido Badajoz-Pueblonuevo del
Guadiana o espiar a un submarino portugués en el Guadiana desde el satélite de
turno.
De manera paralela, se nos
presentan nuestros dos protagonistas, Will Derringer y Sam Clarke.
El
estadounidense, actor de cine malo de acción metido a político. El británico, exmilitar
que se lo ha trabajado para llegar a primer ministro, aunque después yo no lo
he visto muy ducho en el uso de algunas armas y escenarios de acción.
Para mejorar sus relaciones, desde Londres, que
creo que es donde estaban, van juntos en el Air Force One a Trieste (Italia), que
es donde se va a celebrar la cumbre de la OTAN, dando un rodeo por Bielorrusia,
de varios miles de kilómetros, que es donde son derribados, salvándose solo
ellos dos, e iniciando una “Road Movie” increíble, bastante absurda, pero llena
de acción en la que los terroristas intentarán mandarlos al otro barrio
continuamente, para llegar a Italia y dar la cara antes de que la OTAN se vaya
al carajo por las malas relaciones entre Italia, Francia, Alemania, la
República Checa creo que también, y descubriendo por el camino a nuevos amigos
y aliados, y traiciones por parte de gente que creían leales y están metidos en
el ajo hasta la médula.
En definitiva: Buena química entre estos dos, o al
menos a mí me lo ha parecido. Y podría considerarse como una parodia en cuanto
a la situación actual de la OTAN, pero se rodó antes de que Trump llegara al
cargo, aun así, el guiño político está. Entretiene, tiene algunos puntos de comedia,
pero sin pasarse, cada uno pone un punto de humor y seriedad, y las escenas de
acción son demasiado cargantes e increíbles, aunque bien coreografiadas. El
final, bastante abierto, y protagonizado por un histriónico Jack Quaid, que plantea
una posible secuela.
De nota, un 5 raspadete. Para ver, entretenerte, y pasar a otra cosa.
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