“Gully”
(Netflix, 2019) es una película estadounidense, que bascula entre el drama y
cierto cine social, de una hora y veinte minutos de duración (le sobran veinte
minutos), que ya has visto varias miles de veces, pero que el director y el guionista
de turno te ofrecen una vez más, para que no se te olviden los típicos tópicos
del género en cuestión, de barrios chungos californianos y esas cosas que se
dicen.
En la
narrativa, tenemos a tres jóvenes adolescentes, que parecen protagonizar continuamente
un anuncio de ropa, por las poses que ponen y como se mueven. Posiblemente sean
los menos creíbles de toda la cinta. Cada uno tiene un trauma, una movida y se
mueven por el barrio dando palizas, paseando su desgana y poco más. Uno de
ellos es abusadx desde pequeño por un agente social, otro cree que vive en un
videojuego (El San Andreas, el GTA, uno por el estilo), y el tercero va a ser
padre, perdió al suyo, y estaría dentro de la categoría de lo que llaman WASP
en EEUU.
Diferencias
raciales, sociales y un futuro incierto se dan la cita en el barrio, aunque por
el contrario tenemos a “Kang El Conquistador”, que ha salido de la trena y va
rehaciendo su vida pasito a pasito y sin mirar atrás. Y, por supuesto, que no
falte el colgado apocalíptico, carrito incluido, que habitan las entradas de
los locales californianos.
Lo malo
de esta película es que ya la hemos visto y nos vamos a quedar tal cual después
del visionado. No te va a aportar nada. La dejo a tu entera elección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario