“Puedo
escuchar el Mar” (Studio Ghibli, 1993), es una película creada por los míticos
estudios de animación japonesa para la televisión, la única al parecer, con un
metraje de 70 minutos, y con un triángulo amoroso en la narrativa, clásico, y
sin nada de fantasía, alejándose de lo que nos tienen acostumbrados la gente de
Ghibli habitualmente.
Basada
en una novela, e inédita en España hasta 2008, esta película no me sonaba
absolutamente de nada hasta que la he visto en Netflix, y la verdad es que me
ha gustado, aunque yo la hubiera titulado: “Historia de un pagafantas de Manual”,
y hubiera quedado mejor que el onírico título que blande y defiende.
En la
narrativa: Rikako está sufriendo la separación de sus padres. El padre se queda
con la casa familiar y mete a otra mejor en ella. La madre se traslada a Kochi,
una ciudad costera alejada de la capital.
Desde el
primer momento en que llega, Rikako llama la atención entre los chavales del
instituto, y más concretamente, son dos amigos los que se fijan en ella: Taku
(nuestro pagafantas de manual), y Yutaka, que verá como la relación de amistad
de ambos se tambalea por ella.
Rikako
desde el primer momento se aprovecha de Taku. Sabe que él se siente atraído, y
le pide dinero prestado aludiendo que ha perdido el suyo (en un viaje), se lo
lleva a todas partes y comparte sus mierdas con él, que tiene que tragar de
todo, a cambio de despecho, malos rollos y palabras… Y no comerse un colín…
Él
finalmente hace su vida, como el resto de los personajes, y al cabo de unos
buenos pocos años, tras una reunión escolar (a la que ella no se presenta), la
vuelve a encontrar…
Personalmente,
me ha gustado la película. Antigua, tópica y típica, pero se puede ver y es
bastante recomendable… Echadle un vistazo y me decís.
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