“Kanna y Los Dioses de Octubre”
(Netflix, 2021) es una de esas películas (animación japonesa) que te pueden
tocar la fibra con un mensaje claro, y un tanto infantil en su abordaje, pero
que llega a tirar por la borda gran parte de la historia por culta de un
metraje excesivo (una hora y cuarenta minutos).
En la narrativa, tenemos a una
nena, Kanna, que apasionada de correr y del atletismo, va perdiendo la fe en el
deporte tras la muerte prematura de su madre. La aparición de un guía espiritual
en forma de conejo, y de un Oni (un joven ogro adolescente que también corre),
le llevará a completar una misión para los dioses que se reúnen en una divina barbacoa
todos los octubres.
Para ello, deberá correr
recogiendo la comida que ofrece cada uno de ellos para el banquete que se va a
celebrar, siendo una especie de “Delivery” o “Copera de los Dioses”, en una
carrera contra-reloj en la que espera volver a ver a su madre a cambio del
favor…
El mensaje llega, y la música
ayuda a tirar de la película para arriba, pero las dudas (incomprensibles) en
una protagonista que ya tenía claro su objetivo, la hacen lenta y llegado
cierto momento, algo tediosa. Convence, pero por la mínima y sin tirar cohetes.
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