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sábado, 9 de abril de 2022

La Fortaleza del Tiempo (Cascaborra, 2022) Pablo Menéndez, Guille Galeote

 

        La figura del doctor Pedro González de Velasco, quizás hoy en el S.XXI nos puede decir poco o nada al más normal de los mortales, pero en la segunda mitad del S.XIX español tenía su aura de leyenda, y en gran medida, cierto romanticismo, aunque ya pasado de moda en actos y en literatura de unos años antes.


        Porquero en su infancia, fraile arrepentido, soldado en las Guerras Carlistas, el doctor Velasco comienza a tejer su leyenda cuando comienza a interesarse por la antropología de una manera que, en su época, rozaba casi la exageración (por no decir otra cosa), creando el Museo Nacional de Antropología (inaugurado por el rey Alfonso XII), en el que llegó a vivir él mismo con su familia, rodeado de esqueletos, cráneos y extraños guiños de la naturaleza, que le fascinaban y que acompañarán su figura y su leyenda posterior.


        De él se decía que desenterraba cuerpos, diseccionaba miembros destacando como el mejor cirujano del reino, momificó el cuerpo de su fallecida hija Conchita (y la paseaba en carruaje por Madrid) y que compró en vida el cuerpo del “Gigante extremeño”, Agustín Luengo.


        Como si de una de las Leyendas de Bécquer se tratara, “La Fortaleza del Tiempo” (Cascaborra, 2022) de Pablo Menéndez (guion) y Guille Galeote (dibujo) recoge parte de atribulada vida en un comic al que Cascaborra no me tiene acostumbrado, pero que no por ello, haya sido óbice de disfrutar de una gran historia llena de misterio, leyenda y una dosis de romanticismo clásico.

        En la narrativa, tenemos gran parte de lo que he descrito sobre la vida del doctor Velasco, aunque hay algunas cosas que me han llegado a confundir, como la temprana referencia al comunismo, como doctrina social, económica o filosófica, para la época en la que estamos (ojo, más conocido en Europa en mi opinión que en España), o detalles sin importancia como la referencia al “Ángel Caído” en el Retiro madrileño unos años antes de que realmente estuviera allí ubicado.

        El formato del cómic llama la atención por el tamaño, más pequeño de lo habitual y por su dibujo, en riguroso blanco y negro, con muchos, variados, y bien jugados matices grises, que aportan mucho más a la historia que si hubiese sido en color.

        Resumiendo: Es un cómic interesante que rescata, y con acierto en mi opinión, una de las figuras más interesantes de la segunda mitad del S.XIX español, que cayó en el olvido durante mucho tiempo y que dejando aparte sus leyendas y habladurías, dejó un legado curioso y destacado dentro de la antropología española. El cómic bien puede servir, no solo para disfrutar la historia que nos cuenta, sino para interesarse por su vida y sus hechos. Recomendable.

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