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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Surface Tension (Medusa Tension, 2017)

 

          “Surface Tension” (Medusa Cómics, 2017) de Jay Gunn (guion y dibujo), nos sitúa en una de las islas británicas del Canal de la Mancha, ficticia, llamada Breith. Hace relativamente poco tiempo, casi la totalidad de la humanidad se adentró en el mar desapareciendo, llamados por un deseo incontrolable de meterse, en un acto suicida, en el mar. Muchos de ellos convertidos en seres de agua, sus carnes se descomponían mientras se metían en el líquido elemento, irremediablemente. 


         Los habitantes de Breith no tienen contacto con el resto del mundo. Han intentado salir de allí, pero monstruos marinos hunden y matan a los humanos que se atreven a aventurarse. Nuevas religiones marinas aparecen, nuevas creencias y el fin de la sociedad tal como se conocía. Hasta que un buen día, dos de aquellos desaparecidos aparecen en una playa, perseguidos por uno de esos seres marinos. Son iguales a como se fueron, sino fuera por el hecho de que su piel es azul. Son mensajeros, algo está cambiando en el planeta, eso se sabe, pero ellos son la clave… 


          A pesar de que se ve que este cómic está trabajado, y que detrás hay un proceso que se comenta en los extras finales, con todo tipo de pormenores, no ha logrado engancharme. Su narrativa, muchas veces caótica, es una coctelera en la que Gunn ha metido “Walking Dead”, Ecologismo en rama (que no está mal, oiga, pero bien administrado), “Avatar”, la mitad de las películas de Hayao Miyazaki (algunos personajes y seres están copiados descaradamente), bastante de Jodorowsky (Psicomagia y Metabarones, nuevas eras, todo eso que le gusta a él), y aunque el autor lo niegue en la entrevista final, hay toques Lovecraftianos en el cómic, aderezados con novelas de ficción baratas de principios de los ochenta. 


           Quiere tocar muchos palos a la vez, consiguiendo una trama compleja y enrevesada, con la presencia igualmente, de elementos extraterrestres, y claro, el cacao mental está más que servido. Con ello, no quiero decir que sea una mala obra. Simplemente, a mí, personalmente, no me ha enganchado. Entiendo el mensaje, pero se complica mucho para transmitirlo. 

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