Hace un par de años, cuando me leí “La
Muerte de Guernica” (Editorial Debate, 2017) de Paul Preston y
José Pablo García, fue la primera vez que oía hablar de George Steer
(1909-1944).
Ahora, he podido leerme esta
interesante y amena biografía de Nicholas Rankin, titulada “Crónica desde
Guernica. George Steer, corresponsal de Guerra” (Siglo XXI, 2005), que incluye
jugosas anécdotas en torno al reportero y aventurero británico (nacido en
Sudáfrica), a través de doce capítulos y un epílogo final, en poco más de
trescientas páginas.
Nos lo encontramos en un principio
como corresponsal de guerra cubriendo en 1935 la invasión italiana de Etiopia
trabajando para el “Times”. Testigo directo de las matanzas que realizaron los
italianos contra la población etíope, denunció a estos ante la Sociedad de
Naciones a través de una serie de artículos por el uso de armas prohibidas,
como el uso de gases. Esta parte del libro es increíblemente didáctica, pues
recopiló mucha información sobre los armamentos utilizados por uno y otro
bando, así como sus movimientos, y bastantes anécdotas. Haciéndose amigo del
emperador Haile Selassie, que acabó huyendo del país poco antes de la llegada
de las tropas italianas (se exilió tras vaticinar la llegada de la guerra a
Europa), lo que conllevó un periodo, asesinatos y saqueos por parte de la
población, mientras Steer se casaba con su primera mujer, en mitad del caos,
Margarita de Herrero, una periodista de origen español que trabajaba para
medios franceses.
Los italianos lo expulsan de Etiopia, de hecho, se llegó a pensar que era en realidad un espía británico, más que un simple reportero, y vuela a cubrir la Guerra Civil española. Pronto, es echado del área de influencia del bando nacional, y recala en el País Vasco, donde a través de sus crónicas (se nota un acercamiento al Nacionalismo Vasco a la milla) narra el horror de los bombardeos por parte de fascistas italianos y nazis, que llega a su culmen con la narración del bombardeo de Guernica, donde se llega a usar elementos incendiarios, como la termita. Su crónica llevará a inspirarse a Picasso en su famoso cuadro. Mientras esto sucede, Margarita fallece dando a luz (el niño también muere).
Posteriormente, será testigo de los bombardeos soviéticos en la guerra ruso-finlandesa, por la que los finlandeses perdieron un 10% de su territorio, para incorporarse a filas en 1940, volviendo a Etiopia, donde los ingleses toman Etiopia a los italianos, precipitando el regreso (que no hizo mucha gracia a muchos) del emperador Haile Selassie, que había huido años antes.
Tras esto, se desplazó a la India, y de allí a Birmania, donde falleció en un accidente de tráfico, bastante absurdo, el día de Navidad de 1944.
El libro es trepidante, aunque a ratos un tanto espeso, y apenas para de contar sucesos en los que estuvo involucrado Steer, que sin duda, tuvo una vida corta, pero francamente movida y llena de experiencias.
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