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jueves, 28 de mayo de 2020

Malasaña 32 (2020)


         En “Malasaña 32” (2020) tenemos la típica película de miedo, donde la música va a jugar, por variar, un papel fundamental, ya que los sustos te reventaran los tímpanos en milésimas de segundo. Qué manía tienen lo directores con estas cosas…

        Lo bueno: La ambientación, setentera, con los carteles que piden votar por las calles, los vestidos y peinados (aunque el padre de familia está más cuadrado de lo habitual en la época), y Raphael cantando (que sí que da miedo). Lo malo: Que no nos cuenta nada nuevo. Una familia de tres hijos y abuelete (que es como un jarrón chino), se trasladan a un tercer piso sin ascensor al madrileño barrio de Malasaña. Vienen del campo, de la España rural, e ilusionados se hipotecan en un piso (eso si que da miedo) para toda la vida prácticamente, con el aliciente de que el piso está encantado por un espectro transexual con muy malas pulgas. Estas cosas deberían avisarlas cuando compras un piso o una casa, creo que en Estados Unidos lo hacen. El padre encuentra trabajo en la fabrica de camiones Pegaso (que Dios los tenga en su gloria), la madre en Galerías Preciados (¡Ay!, que buenos recuerdos, allí compraba los juegos de rol en mi niñez), el hijo mayor procura trabajo sin encontrar nada, y la hija se hace cargo de la casa, el abuelo, el nene pequeño y el espectro.

        Desde el primer momento, el espectro comienza a hacer de las suyas, que si ruidos, que si cerrar puertas, que si modificar la televisión para hacer su propio programa televisivo (lo vimos en películas míticas como en “Poltergeist”, hoy con la TDT los fantasmas lo tienen más crudo), que si secuestrar al nene pequeño (alias Rafita, y los padres irse a currar al día siguiente, porque “qué le vamos a hacer, si este espectro es un jashondo”) y hacer girar peonzas fastidiando el suelo de madera recién pulido. Lo habitual, vamos.

        Es una película realizada con retazos de muchas otras, que, reconocerás si te gusta el genero de terror. Los sustos se basan en la subida exponencial de la música, y las razones del espectro para fastidiar son un tanto peregrinas. La dejo a vuestra elección, pero no es para tirar cohetes.

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