Pocas veces vamos a tener
la oportunidad de poder leer testimonios desde el punto de vista de los
alemanes en la Segunda Guerra Mundial (o por falta de ediciones, o por falta ya de testigos), en cuanto a los cazas nocturnos se
refiere. “Duelo bajo las estrellas. Testimonio de un piloto alemán de Caza
Nocturna. (1941-1945) de Wilhelm Johnen (1921-2002) (Editorial Hécate, 2019) es
el único que conozco hasta la fecha. No dudo que haya más, pero mi conocimiento
solo llega, de momento, hasta este libro.
Tengo que decir que el
libro me ha parecido una maravilla. Con una narrativa sencilla, y realizado en
capítulos cortos, te consigue enganchar desde la primera página. Siendo
interesante, como, cada vez que habla de un personaje, Johnen, si falleció, nos
pone la nota “Necrológica”, y nos narra cómo cayó en combate o cómo falleció.
También se nota cuando
hay un editor, y un traductor, que se molestan en hacer las cosas bien.
Informando al lector, a través de los pies de página, con comentarios sobre
ciertas traducciones o datos relativos sobre a lo que se refiere el autor.
Tiene un glosario inicial que se agradece, así como, al finalizar el libro: Un
post-scriptum donde se narra uno de los hechos acontecidos y narrados por
Johnen, pero desde el punto de vista de los pilotos Aliados, que lo tuvieron que
sufrir. Así como la Hoja de Servicios del autor, y una Galería de
Personalidades.
Me han llamado la
atención muchas cosas. Pero, destacaría cuatro concretas. Ya desde el prólogo,
que se nos informe que este libro es censurado, manipulado y cortado a destajo
en las ediciones inglesas, desde hace más de sesenta años, porque hay cosas que
los lectores ingleses no quieren oír, o leer. La tradicional costumbre inglesa
de no hablar de sus derrotas, que suelo encontrarme cuando no han oído hablar
de Blas de Lezo o de la estrepitosa Contra-Armada (que fue la respuesta a la Felicísima
Armada de Felipe II) que acabó con peores resultados que la española.
Otra cuestión es que, al
menos en dos ocasiones, habla de bolas incandescentes que rodeaban su Me-110, y
que él llama “Fuegos de San Telmo”, que supongo que serían aquellos “Foo
Fighters” referidos por pilotos Aliados.
La tercera, y no menos
interesante, es cuando aterriza en territorio suizo después de una misión. Y el
mismísimo Himmler, envía a la Gestapo a interrogar y amedrentar a sus padres y
familiares (a los de los tres miembros de la tripulación), pensando que había
desertado, mientras que él hace todo lo posible por volver a Alemania a
combatir. Llegaron a mandar a dos tipos a Suiza, uno para matarlo, y otro para
destruir su avión, que tenía lo más nuevo en tecnología de radares.
Lancaster derribado en el lago Constanza por Johnen. Fue recuperado a mediados de los cincuenta.
Y finalmente, el estudio
final que hace el propio Johnen sobre las ciudades destruidas en Alemania, con
datos de patrimonio destruido, con cifras de fallecidos, fruto de un estudio
posterior que hizo el autor. En ningún momento habla de política, y solo dice
que luchaba por Alemania. De hecho, en una ocasión se refiere a la Dictadura
Nacionalsocialista, pero no habla con remordimientos de los Aliados, al
contrario, intentaba que los tripulantes de los bombarderos saltaran, dañando
lo imprescindible el aparato enemigo para que cayera, y visitando alguna vez a
los caídos, como le pasó con un coronel ruso.
Hay más cosas destacables
en el libro, pero prefiero que lo leáis. Si sois fanáticos de la Segunda Guerra
Mundial, como es mi caso, el libro no os va a defraudar, lo vais a disfrutar
mucho. Lo recomiendo, sin duda.
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