En “Batalla por
Sebastopol” (2015) coproducción rusa-ucraniana (ya es raro) tenemos la historia
de la mayor francotiradora de la Segunda Guerra Mundial, (no digo de la
historia porque no sé si ha sido superada), Lyudmila Pavlichenko.
La tenemos desde que,
jovencita, disfrutaba de los placeres de la URSS, donde todo era armonía, buen
rollo, buenos vestidos y amistad en abundancia, vida en colores y mucha
camadería. En un concurso improvisado con unos colegas, con catorce años, se da
cuenta de que es una tiradora nata. Las idas y venidas por el espacio-tiempo,
junto a Eleanor Roosvelt, que se hizo amiga suya, son habituales.
Posteriormente, la vemos como estudiante aplicada de Historia en la
Universidad, pero pronto ingresa en un curso de tiradores donde destaca entre
los demás.
La declaración de guerra
de los nazis, hace que se incorpore al Frente, con todos sus conocidos, (no se
cita que los soviéticos habían sigo amiguitos previamente de los nazis, y que
entre ambos se habían repartido Polonia, el Pacto Ribbentrop-Mólotov que suele
olvidarse muy fácilmente). Allí vuelve locos a los enemigos, que caen por
cientos: “Yo no mato hombres, mato nazis” suelta delante de Eleanor, a sus 25
años, y con 309 tantos en su cuenta particular, mientras se enfada con los
periodistas yanquis, que están muy interesados sobre cuestiones como su
maquillaje o su ropa interior (que los gringos imaginaban de seda).
En 1942, los soviéticos
tienen que huir de Sebastopol, mientras los cazas alemanes les acribillan en su
huida, y allí Pavlichenko se pone la botas a matar nazis, que aquello es un no
parar. Eliminando no solo a soldados y a oficiales, sino también a
francotiradores enemigos, algunos con tretas como un muñeco cabezón para que el
alemán saliera de su escondite. Por cierto, que el último que se carga en la
película es bastante patético, con un bigotito hitleriano…
La película… Está
bastante bien, y de hecho, os la recomiendo. Quizás se echa de menos un poco
más de acción, y menos rollo amoroso (y menos exaltación de lo bonita que era
la URSS). Igualmente, no sé que se pretende explotando tanto la imagen de
Eleanor, más allá de la admiración que pudiera tener la norteamericana por la
soviética, ya que Pavlichenko tenía la simpatía de un palo, y solo se debía a
su patria y al Amado Líder. Es interesante para conocer un poco de esta
francotiradora ensombrecida por el archiconocido Zaitsev, que provocó menos
bajas entre los alemanes que ella.
Si os interesa saber más
del tema, hay un libro publicado con sus memorias, “La francotiradora de Stalin”.
1 comentario:
Después de preguntarle a Eduardo qué tal era, la vi y descargué anoche. Me pareció regulera. Algo lenta y falta de acción. No se centra en la batalla, sino en la vida de ella y las críticas a la URSS e incluso a la leyenda que se montó en torno a Lyudmila pasan casi desapercibidas. Una película que te deja a medias
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