Hoy me he tragado “El
bailarín” (2018), un biopic bastante interesante sobre la vida del bailarín
soviético Rudolf Nuréyev (1938-1993), que fue considerado uno de los mejores
bailarines del S.XX, y famoso, igualmente, por su huida de la URSS (aquel paraíso
político, económico y social) en 1961.
En Occidente se hizo muy
famoso, y pudo, entre otras cosas, satisfacer su sexualidad (perseguida en la
Unión Soviética) e iniciar una relación personal con otro bailarín, aparte de
conocer el gran éxito internacional y el reconocimiento por su trabajo como
bailarín, director, productor y actor… Aunque aquí sale tonteando con algunas
mujeres, sin llegar a nada serio.
En esta película, donde
Ralph Fiennes brilla como director, y como actor, se nos cuenta la historia del
Nuréyev que huye a Occidente en busca de un futuro mejor, más prometedor. Sus
esfuerzos por ser el mejor, para pulir su estilo. Como miembro de la Kirov
Ballet, y seguido de cerca de la KGB, ve la oportunidad de desertar en Francia,
mientras se intercalan algunos flash-backs, y se monta un buen pollo.
No está mal, como
comento. Le sobra, por supuesto, media hora larga, ya que tanto viaje a la memoria
de su pasado, a su familia e inicios, la hace una cinta lenta a grandes ratos,
pero me ha parecido amena.
P.D: Yo hubiera
respetado el título original, “El cuervo blanco”.
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