Ir al cine a ver algunas
películas… Ya me da una pereza brutal. Han pasado… ¿Cuánto, 30, 35 años del
estreno de la primera película de Terminator? Es posible, paso hasta de
consultarlo en la Wikipedia… Y, sin embargo, aquí estamos, una vez más,
sentados en la oscuridad de la sala, santiguándome para lo que voy a ver no sea
un bodrio de la leche.
El prólogo nos retrotrae
al final de Terminator 2. Los Connor andan por Guatemala, felices y contentos,
porque pudieron cambiar el futuro. Aquel futuro que cambiaba en 1997, y que
convertía el planeta en un apocalipsis de máquinas destructoras, con los T en
sus diversas variantes.
Pero, un nuevo T-800 ha
llegado a la paradisiaca playa guatemalteca, completando la misión que los demás
no pudieron, en un abrir y cerrar de ojos.
La nueva misión para
cambiar el futuro se reinicia, una vez más, por sexta vez, en este “Terminator
6: Destino Oscuro” (2019). Un nuevo futuro, diferente al que conocíamos. Esta
vez, tenemos a un nuevo T, un nuevo robot, llamado Rev-9, en México, que deja a
los anteriores androides como nenes de teta. Pero, del futuro, también viene
una medio cyborg para hacerle frente.
Y, tras media hora
larga, te das cuenta de que vamos a tener más de lo mismo: Escenas de acción a
tope, tiros, explosiones, recuperaciones continuas del Rev-9… Pero con la
salvedad de que el protagonismo es plenamente femenino, y que, antes de llegar
a la hora, la saga se autoparodia, mientras la peña comienza a bufar en la sala
al ver a Arnold en la gran pantalla, y de qué manera…
La película está
entretenida, sin tirar cohetes, y sin llegarle a la suela de los zapatos a las
dos primeras (de las demás, ni opino). Le sobra más de media hora perfectamente,
y he visto a gente bostezar largamente. Yo no llegué a tanto, pero, bueno…
No hay comentarios:
Publicar un comentario