Me hubiera gustado mucho haber
ido al cine con mis chicos a ver esta película. No pudo ser. Lo propuse en
abril y la Directiva de mi Centro no me lo aceptó. Y es una pena, una verdadera
pena, porque “Campeones” (2018) es una de esas películas que tiene mensaje, que
gustan, que llegan, y que son difíciles de olvidar. Una película que gusta ver
en pantalla grande.
Después de unos meses del
estreno, me vino la noticia de que “Campeones” nos representará en la Ceremonia
de los Oscars, y ya aproveché la oportunidad para alquilarla, poco antes de que
comiencen las clases, que me queda poco…
Quizás la historia en si no
sea muy original. De hecho, “McFarland” (2015) es ciertamente parecida, salvo que en
aquella Kevin Costner convertía en campeones de Campo a Través a un grupo de
hispanos por el que nadie daba un leuro, y aquí tenemos a un inolvidable grupo
de chicos con distintas capacidades, que, gracias al baloncesto, llegarán a lo
más alto.
Marco, un entrenador de la
élite, pasa un momento personal delicado con su mujer. Un accidente provocado
por el alcohol hará que tenga que pagar una condena de tres meses ayudando a un
equipo de baloncesto conformado por chicos con discapacidad intelectual. Lo que
al principio parecerá un imposible, se convertirá en su razón de ser, en su
camino, y en la ilusión del equipo, que, dará todo lo que tienen para
convertirse en eso… En Campeones.
Sensible, emocionante,
divertida, emotiva, rezuma deportividad, y buen rollo, por los cuatro costados.
Yo me he echado un par de sonoras carcajadas. Es, desde luego, de lo más
recomendable.
P.D: El único “pero” que le
pongo es, el excesivo protagonismo que cobra, a veces, la música.
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