El quinto volumen de “Los Niños de la Resistencia”, trepidante
serie de cómics basados en tres niños ficticios que montan una red clandestina (denominada
El Lince) para ayudar a la Resistencia Francesa desde su pueblo (también
ficticio), me lo leí en febrero de este año (2020), y esperaba con ansiedad que
pronto saldría el sexto volumen. Pero por culpa de la pandemia mundial que nos
ha tocado vivir, hasta este octubre no he podido hacerme con el sexto volumen,
titulado “Desobedecer” (Editorial Base, 2020, guion de Vincent Dugomier y
dibujo de Benoît Ers), que se basa en los hechos acontecidos desde noviembre de
1942 a septiembre de 1943.
Por primera vez, los
alemanes retroceden. De ser ejércitos victoriosos, han perdido batallas
importantes en el norte de África (El Alamein) y el 2 de febrero de 1943, Von
Paulus, recién nombrado mariscal, se rinde ante los soviéticos dando por
terminada la batalla por Stalingrado, que concluye con miles de alemanes
muertos, y otros miles prisioneros de guerra.
Los alemanes organizan, tra
el anuncio de Goebbels de la Guerra Total, el STO (Servicio de Trabajo
Obligatorio) para los jóvenes franceses entre 20-22 años, que deberán ir a
trabajar a las fábricas de guerra alemanas para que continúe funcionando su
aparato bélico. Poblaciones como Montluçón salen a las calles, ocupando
estaciones y vías para evitar la marcha de los jóvenes.
En el cómic igualmente se refleja muy bien cómo funcionaban las redes de Resistencia a la hora de ocultar niños judíos de las garras nazis, tanto en casas de acogida, como cambiándoles el nombre y la religión, momentáneamente, por la católica, para salvarles la vida.
Finalmente, se hace referencia a la que fuera, posiblemente, la primera tribu urbana, surgida en las grandes ciudades francesas durante la ocupación alemana, los Zazou. Amantes del Jazz, de los paraguas ingleses, y de la ropa ancha a cuadros, los Zazou eran fácilmente reconocibles por sus tupes elevados, anticipándose unos pocos de años a los rockers (aunque estos los llevaban con otro estilo). Pronto, estuvieron en el punto de mira de alemanes y colaboracionistas, que los veían como elementos subversivos y políticos a los que mantener a raya.
El cómic, con la excusa de los tres chavales, como en tomos anteriores, da un buen repaso histórico a la etapa que trata. El dossier histórico final es ciertamente interesante, y si eres un aficionado a la Segunda Guerra Mundial, creo que no te defraudará.
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