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domingo, 12 de enero de 2020

1917 (2019)


AVISO: Destripo la película, así que tú sabrás si quieres leer o no esta entrada…

        Últimamente no tenemos la oportunidad de disfrutar de grandes películas bélicas, con una historia interesante detrás. Con “1917” (2019) llevamos semanas en la que los críticos cinematográficos, (que yo me imagino barrigudos, gafas pasta y cigarrillo esporádico), la están rajando a cuento de que, si la cámara usa un primer plano, un plano seguido, un plano aburrido, un plano secuencia abusivo, un plano no sé qué… Como ya tengo experiencias con este tipo de crítico, cuñados peliculeros, me he ido a ver la producción de Sam Mendes.

        Tengo que reconocer que los quince primeros minutos de cinta, me he quedado un poco esperando a ver de qué iba realmente el tema. Dos soldados que descansan en un campo de flores, estamos en plena Primera Guerra Mundial, reciben el encargo de una misión suicida. Deben avisar a un batallón de diecisiete mil hombres, de que los alemanes les preparan una trampa. Es una carrera contrarreloj, de un punto A a un punto B, a través de trincheras abandonadas, campiñas, pueblos y ciudades, hasta llegar al objetivo, un coronel que lleva meses preparando la ofensiva. Y tú te preguntas, ¿Por qué no mandan un avión o cuatro palomas mensajeras, o telefonear directamente?

        La película a mí me ha parecido a ratos un videojuego. La polémica de la cámara, los planos, se solventa con la estética de videojuego que los críticos de cine parecen desconocer. Hasta casi un rol: Encuentras un túnel, ¿Lo investigas, tiras de la espoleta que tienes junto al camastro roído por las ratas? La música justa, bien, chivata en varias ocasiones de que se aproxima algo gordo (este artificio también lo vemos en determinados videojuegos). La ambientación, conseguida, con las trincheras, los muertos en descomposición en los campos de nadie, aunque siempre os encontraréis el doble de barro, agua putrefacta y calaveras en los cómics de Tardi sobre la Primera Guerra Mundial (“El último asalto”, “La guerra de las trincheras”). La credibilidad, a ratos: Techos que se caen encima y sales como si nada, francotiradores que fallan más que la escopeta de una feria, diálogos absurdos por mitad de una campiña cuando deberías ir con mil ojos a que no te vuelen la tarra, quince minutos nocturnos que parecen una representación de “El anillo de los nibelungos” … Pero bueno, se acepta en el conjunto global de la cinta. 

        Pero, el final, ¡Oh!, el final me ha recordado muchísimo a “Salvar al soldado Ryan”. ¿Algún Ryan por aquí, Ryan?, ¿O era Blake? Es que tengo que hablar con él… Para acabar donde todo empezó (exactamente igual), y con un agradecimiento del director, Sam Mendes, a un tal Mendes, soldado de su graciosa Majestad, que les contó esta bella historia (lo cual ya es raro, pues los alemanes no son de retroceder normalmente y nunca leí sobre esta ofensiva).

        Ahora, a una hora de haberla visto. ¿Es una buena película? Si, lo es. ¿Es para tirar cohetes y echar espuma por la boca porque la interpretación es la leche y el drama te hace llorar? Hombre, no es eso, pero tampoco es mala. A favor diré, que solo me he puesto a mirar el reloj cuando la cosa se ponía surrealista, en la noche en un pueblo francés. Algo es algo.


1 comentario:

Carlos dijo...

Como te dije fui esta tarde a verla. Me ha gustado, pero no es para tirar cohetes. Esperaba más. No aburre, pero a ratos es un poco lenta. Le falta la acción a la que nos tiene acostumbrado el cine bélico (bueno y malo jeje) No le veo la estética de videojuego por ninguna parte y lo del plano secuencia es un rollo que nos ha colado el director. Eso sí, la ambientación de diez. Por cierto, el tal Mendes que cita al final era su abuelo y no dice que le contase esta historia en concreto, que además nunca ocurrió.