Si leéis la entrada anterior,
no salía muy contento de la lectura de “Las Grandes Batallas Navales:
Chesapeake” (Norma, 2018) de Jean-Yves Delitte. Pero, como comencé esta
colección, que me encanta más por su dibujo que por su guión, el siguiente
título que tenía en la recámara era este “Lepanto” (Norma, marzo 2019), que ha
salido hace pocos meses.
Miedo me daba porque Delitte
es bastante hispanófobo, y al tratarse la batalla de Lepanto
(7 de octubre de 1571), como, posiblemente, el mayor acontecimiento (y
victoria) naval en la que ha participado España. Pensé, antes de leer, que
Delitte nos pondría a parir. No en vano, Cervantes, participante como todos
sabemos, de dicha batalla, la calificó como «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados
siglos, ni esperan ver los venideros». Y, como no podía ser de otra
manera, el escritor es uno de los protagonistas del cómic, junto a un timonel vestido
como un caballero andante, y un arcabucero gordo y simplón, que recuerdan mucho
a ciertos personajes de ficción, de cuyos nombres no quiero acordarme.
El
cómic comienza por la toma de Chipre por parte de las fuerzas otomanas, que no
tienen piedad con los vencidos. Las fuerzas cristianas operativas en el Mediterráneo
(Génova, Venecia, España, Santa Sede y algunos caballeros de órdenes de
caballería) se organizan en la Santa Liga para contrarrestar la posición turca
en el Mediterráneo. Vemos las duras condiciones de los galeotes, en las galeras
otomanas, casi sin esperanzas. La Santa Inquisición (más leyenda negra
española, como no podía ser de otra manera) torturando espías turcos hasta la
muerte. La no participación de Francia (que, de hecho, llegó a firmar un Pacto
de Alianza con los otomanos). Y la batalla final.
Esta
vez, Federico Nardo realiza el dibujo, que es increíble, y que alguna vez ya he
comentado que es lo que más me gusta de la colección. Delitte se encarga del
guión, cuya hispanofobia se palpa en el citado tema de la Inquisición y en las
ganas de rapiñar las Américas (deseo al que también se suma el Papa). Y el
lector pone el disfrute y la imaginación.
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