“Polar” (2018) está
basada en una serie de cómics, del valenciano Víctor Santos, que solo conocía
por las novedades de Amazon. Como su precio, el de los tres tomos que vi,
supera mi presupuesto mensual en cómics, pues aún no me he hecho con ellos.
Pero, aprovechando que se estrenaba, con malísimas críticas, en Netflix, pues
me he arriesgado esta tarde dominguera en verla.
La película está en la
línea de John Wick, y quizás que venga su rebufo, es lo que no ha gustado a los
sibaritas de esta clase de cine, que suelen cogérsela con papel de fumar,
normalmente, mientras se mesan la perilla. Por un lado, tenemos a una empresa
de asesinos a sueldo (“Damocles”), de estética estrafalaria, psicodélica y
neo-pop que ríete tu de De la Prada y toda esa fauna. Por otro lado, tenemos a no
de sus asesinos más longevos, Duncan Vizla, alias “El Kaiser Negro”, que se nos
jubila en apenas dos semanas, después de cientos de asesinatos cometidos en
noventa y nueve países.
La jubilación del Kaiser
le costará a la empresa la friolera de ocho “minolles de dólares”, y la de
otros asesinos en nómina ya ni te cuento… Así que, para ahorrarse esa pasta, la
empresa decide liquidar a los asesinos que están en prejubilación. Los
gobiernos te suben la jubilación a los setenta años, con la esperanza de que la
cagues antes, y aquí “Damocles” corta por lo sano, ahorrándose años de
cotización. Algo parecido ocurría en la serie de películas “Red”, y es que no
te puedes cargar a un asesino en serie, por muy viejuno que sea, porque más
sabe el tonto en su casa que el listo en la ajena.
Hay un momento en que me
ha recordado al viejo “Nick Furia”, al de los cómics de Marvel de hace
cincuenta años, no al edulcorado que tenemos ahora. También tiene una pizca de “El
Castigador”. Tiene algunos puntos buenos, cómicos, algo de Tarantino, a “Lagertha”
(que sale arrebatadora), un malo psicótico y hortera (Mr. Blut), miles de
casquillos de bala, cuchillos afilados, un millón de litros de sangre… Y un
Mads Mikelsen que yo creo que se ha metido en el papel al 100%.
No me ha parecido taaaaan
mala como la tacha la crítica. Bizarra, entretenida, sin grandes pretensiones…
Ahora, habrá que ahorrar para los cómics.
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