Carmen es la “típica”
gitana adolescente. Es requeteguapa, tiene un tipazo, la escuela le suena a
chino, y vende en un mercado junto a su padre. Su destino es ser pedida (con
diecisiete años), y tener hijos, como han hecho su madre, su abuela, sus tías,
sus primas…
Lola también es gitana.
Pero a ella le gustaría estudiar, le gustan mucho los pájaros y hace unos grafitis
de la leche. A Lola, le gustan las chicas. Algo que es tabú en la sociedad en
la que vive, una auténtica aberración.
Desde el primer momento
en que Carmen y Lola se conocen, salta la chispa. Lola sufre un flechazo,
Carmen se da cuenta un poco más tarde. Hay amor. Un amor verdadero, como un
templo de grande. E intentar parar el amor, es poner puertas al campo, por
mucha sociedad gitana que haya en medio.
Película imprescindible.
Interesante y valiente, que viene a romper muchas barreras y a hablar y mostrar una
realidad que se quiere, muchas veces, ocultar. A mí, me ha encantado.
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