Hasta la fecha, nunca
había leído ninguna biografía de Lucien Freud (1922-2011). Lo conozco de
referencias, de ver algunos de sus cuadros por aquí y por allí, sobre todo sus
desnudos, que son muy característicos, y por el famoso cuadro que hizo de la
Reina de Inglaterra, a la que hizo posar un buen rato para hacer una obra
minúscula, pero muy clara y sencilla.
Ahora, con este pequeño
librito de Taschen (2012), escrito por Sebastian Smee, he tenido la oportunidad de
conocer más de este pintor, que fue nieto de Sigmund Freud. Nacido en Alemania,
emigró poco antes de ascenso del nazismo a Inglaterra, y allí, desde finales de
los años treinta comenzó a despuntar como pintor. Interesándose, como decía
antes, por los desnudos, tanto masculinos como femeninos, de personas muy
normales. Grandes desnudos femeninos casi barrocos, y desnudos masculinos
inquietantes, de personas en posiciones un tanto extrañas (en ambos sexos),
pero siempre huyendo del erotismo.
Llegó a pintar, incluso,
a sus hijas desnudas, con toda naturalidad. Y retrató a gran parte de sus
amistades, exponiendo, prácticamente, en todo el mundo. Su madre, con una
depresión de caballo en sus últimos días, también fue su inspiración. Huyó del
surrealismo como de la peste, porque, al fin y al cabo, no hay nada más
surrealista que tener una nariz entre los dos ojos, y su pasión por los
caballos llegó a obsesión. Grandes pinceladas y brochazos denotan su estilo,
pero sutiles, bien resumidas, y siempre dentro de un estricto realismo.
Un artista curioso este
Lucien Freud. Os recomiendo una visita por su obra, a mi me ha parecido
interesante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario