“Bajo la Arena” (que debería haberse titulado realmente “Tierra de
Minas” es una película bélica danesa de 2015, y aunque no salen batallas ni
tiene demasiado acción, aunque si mucha tensión, me ha parecido tremendamente
interesante, más aún cuando me ha dado a conocer otro de esos episodios, en
este caso de la postguerra, que desconocía totalmente, del que nunca había oído
hablar (y eso que suelo presumir erróneamente de saber bastante/mucho sobre la
Segunda Guerra Mundial), como fue el uso de prisioneros de guerra alemanes,
muchísimos de ellos prácticamente niños, para limpiar de minas las playas de la
costa oeste de Dinamarca, donde los alemanes llegaron a pensar que podría
producirse un desembarco. Y, por cierto, son varios miles de minas, casi a ras
de suelo, cubiertas simplemente por la fina capa de arena de las playas.
Es mayo de 1945, Alemania
se ha rendido, pero las heridas que ha dejado la guerra persisten en una
Dinamarca que no olvida todas las penurias que les ha hecho pasar el régimen
del III Reich alemán.
Hay odio, venganza, revanchismo, humillación,
represión, que a la larga llega a convertirse en algo más humanos, cuando los
soldados, apenas adolescentes, comienzan a volar por los aires.
“Bajo la Arena” tuvo un presupuesto modesto de unos
4,8 millones de leuroh, y su recaudación a nivel mundial fue prácticamente la
misma cifra, y aunque no tenga grandes efectos especiales, su valor reside más
en su narración y en su historia más que otra cosa.
En la narrativa, que ya os
he ido adelantando, somos testigos de la retirada de los alemanes. Entre ellos,
un pequeño grupo de jóvenes prisioneros es trasladado a un lugar inhóspito de
la costa danesa. Serán entrenados para desactivar algunas miles de minas
enterradas en las playas a cambio de su libertad una vez conseguido el
objetivo.
Los chavales, que ni tienen
formación ni equipo adecuado, estarán a cargo del sargento danés Carl Leopold
Rasmussen, un veterano de guerra cuyo odio por los nazis le llevará a
maltratarlos de todas las maneras posibles, incluyendo matarlos casi de hambre,
tratarlos de manera irrespetuosa e insultarlos diariamente.
Según pasan los días, las
semanas… Según se van desactivando las minas y las bajas comienzan a ser el pan
de cada día, el sargento va cambiando la percepción que tiene ante aquellos
jóvenes de prisioneros. La tensión se relaja en algunos episodios, la tragedia
se acuesta con ellos todos los días, tienen miedo, hambre, se sienten solos y
desamparados y los castigos van dando paso al compañerismo y al perdón por
parte del sargento, aunque para llegar a ello, caen por su hora y cuarenta
minutos de metraje gran parte de los jóvenes, volados por las minas escondidas
en las dunas danesas.
Rodada en seis semanas, y
con muchas tomas rodadas con la cámara al hombro, como curiosidades os puedo
contar que la película está basada en hechos reales, ya que los daneses
efectivamente obligaron a limpiar de minas sus playas a los jóvenes prisioneros
alemanes, pasándose por el forro la Convención de Ginebra de 1929, tal y como habían
hecho los propios alemanes durante algunos episodios de la guerra. Cuando
concluyeron, la mitad había muerto, y una buena parte de ellos acabaron
mutilados.
Quizás en la esencia, “Bajo
la Arena” no pueda parecerte original, porque ya hemos visto películas en las
que el odio y el resentimiento se palpa, se hace presente entre los
protagonistas, y la relación a lo largo del metraje cambia esa perspectiva y
tratamiento al final de la película, pero en este caso el contexto, los hechos
reales y la tensión (tanto emocional, como ética) que soporta la película, la
hacen ser una película rabiosamente interesante.
“Bajo la Arena” no es una película que te vaya a dejar indiferente, impacta, incomoda, y como os digo, me ha enseñado un episodio completamente desconocido de la Segunda Guerra Mundial, de la postguerra danesa. Nominada a los Oscars como Mejor Película Extranjera, es desde luego muy recomendable. Buenas actuaciones, creíbles, bien rodada, poco más puedo añadir. De nota le voy a dar un 7.









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