Al actor Kenny
Yates, director de “Rebroken”, lo conocía por ser haber participado en la serie
“Gatitos Explosivos” y poco más.
En 2023 se pasó al otro lado de las
cámaras para dirigir un thriller, una película de terror psicológico
estadounidense, que, si no llega a ser por sus últimos diez minutos de metraje
(dura una hora y veinticinco minutos), hubiera suspendido sin casi parpadear.
Curiosamente, Yates, aparte de dirigir, no se resistió a hacer aquí un papel
secundario. Seguramente, nunca se lo hubiera perdonado y así, de paso, nos
ahorramos un actor de reparto.
“Rebroken” es una película de bajo
presupuesto, que parece rodada por un grupo de colegas en cinco semanas y
media. Tengo que reconocer que he llegado a ella mientras buscaba cosas de la
filmografía del veterano actor Tobin Bell, que lleva sus casi ochenta películas
a las espaldas, casi todas ellas bastante irregulares y algunas directamente
malas, lo que no le ha impedido aún así, ganar algunos premios a lo largo de su
carrera, y que suele moverse por el género de terror, siendo la franquicia
“Saw” uno de sus trabajos más reconocidos e icónicos…
En cuanto al resto del elenco, como
protagonista tenemos a Scott Hamm Duenas, un tipo que ha hecho seis películas
en los últimos 25-26 años, y que aquí hace un papel más o menos digno, sin
llegarse a estirar mucho, pero aceptable dentro de lo que cabe.
La para mi desconocida Alison Haislip en
el papel femenino, y Kipp Tribble para rematar el triángulo. Un actor y
guionista, que también se suele mover por el terror, pero muy irregular en su
carrera, con una docena de películas en sus casi treinta años de actor. De
hecho, a él le debemos el guion de “Rebroken”, y la historia desarrollada al
propio Scott Hamm… Por eso os decía esa sensación de que la película la habían
hecho entre colegas, con 30 leuros y en cinco semanas y media.
“Rebroken” bebe de muchas fuentes en su
narrativa. Los créditos iniciales nos dan muchas pistas sobre lo que vamos a
ver, en el que se rebobinan partes de la historia que se va a desarrollar a
continuación, y aunque vaya por otro camino y esta sea más cutre, y peor
realizada, a veces parece imitar en algunas trazas a la película “Memento”, que
es un clasicazo del año 2000 que merece ser vista.
En la narrativa de “Rebroken” nos encontramos
con Will. Un padre destrozado por lo que parece el ahogamiento fortuito de su
hija preadolescente en la bañera de casa. Va a terapia junto a otras personas
que han perdido a seres queridos, pero Will parece no integrarse en el grupo, a
pesar de los supuestos esfuerzos de la psicóloga, que le mira mal, le dedica
frases frías y parece tener una relación con otro de los miembros del grupo de
terapia, Bryan, que va de líder y que es policía.
Will, siempre que sale de las sesiones,
suele coincidir con Lydia, una chica afroamericana cuya hija ha desaparecido, y
con el propio Bryan con el que siempre tiene algún roce. Después, como en un
bucle, se va a su tienda de referencia y se compra y se hinca su botella diaria
de alcohol puro y duro. La verdad es que no me queda claro en qué se supone que
trabaja, ni de donde sacar el dinero, ni donde duerme, porque lo que llama casa
tiene menos detalles que un Seat Panda, y por tener no tiene ni tele, ni
ordenador, ni cuadros por las paredes y no se aleja mucho del frigorífico ni
del microondas, donde hace la mayor parte de su vida, si se puede llamar vida a
eso.
La primera media hora de película es
siempre lo mismo, y ya comienzas a bostezar y a pensar qué donde te has ido a
meter con “Rebroken”.
Un
día, Lydia le recomienda visitar a un tipo, Von, que vive en una tienda de
campaña junto a un árbol. (Si, lo sé, tal cual) Ya que el tipo puede ayudarle
en su duelo.
El tipo, que es nuestro Tobin Bell,
primero le manda hacer un dibujo en casa en un folio en blanco, nada de
mandalas ni gilipolleces por el estilo, un dibujo de lo primero que se le venga
a la cabeza, y desde ese mismo momento, unas letras imantadas de colores que
tiene en el frigorífico comienzan a moverse, y empiezan a suceder cosas en la
casa mientras a él le perturba una y otra vez la escena en la que ve a su hija
ahogarse en la bañera, o eso es lo que él cree ver.
Alucinado, vuelve a ver al gurú Von, que
en su segunda visita le regala una caja de cartón que iba a tirar con unos
vinilos de los Iron Maiden, Metallica, Helloween, Judas Priest, lo que viene a
ser heavy clásico de hace cincuenta años, y unas casetes de gasolinera con
chistes sobre gangosos de Arévalo y lo mejor de Los Chichos.
Uno de los discos que pone en el
tocadiscos le vuela la cabeza, porque es el propio Von diciendo siempre las
mismas vainas recogidas de la Biblia, y la llegada de Bryan a su casa hace que
comience a replantearse cosas…
¿Os
acordáis cuando en “El Laberinto del Fauno” a la protagonista, o en “Abre los
ojos”, la “Vanilla Sky” de Tom Cruise, le decían al protagonista que tenía que
despertar? Pues de eso van los últimos minutos de nuestra “Rebroken”… De que no
hubo ninguna niña muerta, y fue él el que se dio el porrazo padre contra la
bañera y está vegetal perdido, como un geranio en un balcón, en un bucle mental
continuo…
En definitiva: A pesar de su hora y veinticinco minutos, con diez o quince minutos menos de su primera mitad, te contaría lo mismo y saldríamos todos ganando. De nota le pongo su 5 raspado de rigor y espero vuestras opiniones al respecto. Lo dejo por aquí.
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