Con un metraje de una hora y diez minutos, realizada con cuatro leuros (costó 5000 dólares), entre siete u ocho colegas y en un mes y medio de rodaje y producción, “El Último Videoclub” es una película canadiense de 2023, que viene a ser un homenaje freaky, algo intrigante, de aquellas películas de serie B que veíamos en los videoclubs hace cuarenta años, y que nos encantaban, y que demuestra que aún quedan verdaderos fanáticos de aquellos tiempos donde el VHS, que había acabado con el Sistema 2000 y el Beta, campaba a sus anchas, antes de sucumbir él mismo ante los nuevos formatos, la llegada de internet y el fin de aquellos lugares llenos de películas, posters de dudoso gusto, y actores horteras, muchos de ellos, tristemente olvidados y pillando polvo dentro de aquellos cartuchos de plástico...
“El Último Videoclub” es una producción que viene de la mano de los guionistas y directores: Cody Kennedy y Tim Rutherford, que son dos freakys, dos eruditos de todo lo que fueron los videoclubs y las películas de serie B que nos tragábamos hace cuarenta años. Ellos ya habían hecho algunas cosas relacionadas, como cortos y algún documental, pero se han atrevido a dar un paso más al hacer esta película que toca el humor, la fantasía, el terror y la Ciencia Ficción, por igual, en tono de parodia retro y con apenas un par de escenarios, cinco actores y un metraje, que, a pesar de corto, te puede llegar a resultar tedioso en algunas de sus partes, pero que a mi me ha entretenido y me ha hecho esbozar alguna tímida sonrisa… Tímida nada más, ojo.
En la narrativa tenemos a Kevin, que casualmente se llama en la vida real Kevin Martin, un tipo que me recuerda al tristemente desaparecido, Max Wright, conocido por su papel de Willie Turner en la serie “Alf”, aunque con algo de melena, y que maneja un videoclub al que no va absolutamente nadie desde hace treinta años, cuando la guerra de formatos acabó definitivamente con el VHS.
Esta parte, digamos de presentación del personaje, tiene su gracia, porque parodia las famosas letras del inicio de las películas de “Star Wars”, realizadas con un Spectrum, un Dragon 32 o un Amstrad CPD de hace cincuenta años.
Kevin es el dueño de “Blaster Video”, un sucio, cutre y triste videoclub recargado hasta la saciedad de posters viejos, películas descatalogadas hace mil años y que adolece de un Horror Vacui extremo en todos los sentidos. Kevin, que ha dedicado toda su vida al negocio, ahora muerto y enterrado, es una verdadera enciclopedia en cuanto a las películas de serie B se refiere, y adicto a la cerveza.
Un día, recibe la visita de Nyla, una joven que viene a devolver unas películas que tenía en casa con dos semanas de retraso. Su padre, fallecido recientemente, era prácticamente el último cliente que tenía Kevin, y posiblemente su último amigo,ya que nadie entra en aquel cubil infecto ni a tiros.
Entre las devoluciones hay una extraña cinta, con rugosidades, que resulta ser el Necronomicón de los VHS, una cinta maldita, que, al probarla en el reproductor de vídeo desata una vieja y peligrosa maldición.
Los personajes de algunas películas salen al plano real: Cuatro concretamente y por turnos. Un bicho espacial que causa una herida en la mano a Kevin al intentar defenderse, un joven adolescente que se supone que es un héroe y que cae a las primeras de cambio, decapitado, frente al tercer personaje: Un Jason de Segunda División, que es clara referencia a toda la saga de películas de “Viernes 13”, que comienza siendo un enemigo a batir y se acaba haciendo un valioso aliado de Kevin y Nyla… Y, por último, un héroe llamado Serpiente, clara referencia a las películas malas que hacía Chuck Norris y actores por el estilo en los Ochenta, que pasa de ser héroe a enemigo a batir cuando lee las malas reseñas cinematográficas que le dedicaron en su día. Sin posibilidad a escapar, porque el videoclub queda atrapado en una dimensión atemporal, a Kevin y Nyla no les queda más posibilidades que enfrentarse a lo que se les viene encima…
En definitiva: Película para nostálgicos, que gustará a gente que conoció aquella época y las películas referidas, ya que tiene bastante guiños a la etapa. No es para tirar cohetes, pero sospecho que en cuarenta años será de culto. El final, predecible, inconcluso y bastante malo. Aún así, de nota le doy un 5,5, por el homenaje, y no le doy más porque hay partes bastante espesitas… En fin, lo dejo por aquí.
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