Hoy os traigo una película que en el último mes
está dando que hablar en blogs, foros y mentideros nacionales, y que yo
personalmente no me he matado por ver, y he preferido esperar unos días antes
de ponerme con ella a pesar de ser la película más vista de Netflix España en
esta última semana del año.
“Rebel Moon (Parte Uno): La Niña de Fuego”
(Netflix, 2023), es la apuesta millonaria de Zack Snyder, y de Netflix, por
traer al mundo una nueva franquicia, otra más, que revolucione el trillado
mundo de la Ciencia Ficción.
Vamos a ir, en esta ocasión, directamente al ajo
narrativo: Estamos en una muy lejana galaxia antropocéntrica, donde nos
encontramos el típico pueblo agrícola del medio oeste americano. La vaina, de
entrada, ya comienza regular cuando ves a la prima perdida de la Tia Carrere de
principios de los Ochenta, manejando un arado romano tirado por la evolución
pokemon de un caballo, y olisqueando la tierra que acaba de defecar dicho
animal. Viven en una lejana galaxia, pero parece un pueblo de Irlanda de 30
habitantes de mediados del S.XIX, donde no hay nenes pequeños ni viejunos.
Un día, en el planeta de dichos granjeros, se
presenta una nave, comandada por el hijo perdido de Bison de Street Fighter al
frente que usa corbata en las distancias cortas, pero que lleva una estética
muy naaaachiii, que dice que se llevará toda la cosecha del pueblo al más puro
estilo feudal en nueve semanas, no sin antes cargarse a los responsables
vikingos de dicha comunidad hippie.
Antes de irse, dejan en el planeta a unos soldados
y un robot para mantener la presencia militar.
Ya desde el primer día, los soldados la lían parda y los hippies de
Hobbiton se rebelan contra los tipos, y deciden buscar guerreros de toda la
galaxia que les ayuden a luchar contra la malvada opresión del Imperio de
turno.
Llegados a este punto, cuarenta minutos de
película, ya sabes que estás ante un bodrio de proporciones planetarias, un
galimatías de mucho cuidado que mezcla muchas cosas ya vistas, y con
reminiscencias de “Dune”, “Star Wars” y en la búsqueda de guerreros, “Los Siete
Samuráis” de Kurosawa o al “Equipo A”, a los que quizás, si encuentras, tal vez
puedas contratarlos.
Hay una escena desarrollada en una Cantina, en la
que solo falta un grupo de Jazz alienígena, y donde la protagonista vocifera a
pleno pulmón sus planes a todo Perry, con un Han Solo incluido, que debe perras
a toda la Galaxia… Y adivinad que… Tiene una nave. Por supuesto, de la Cantina
no se van sin haber matado a la mitad de la clientela.
La versión de Han Solo les lleva a un planeta para
reclutar a un indio en un primer lugar, y de ahí, de sitio en sitio, haciendo
un equipo al estilo “Los Siete Magníficos”. Cada nuevo guerrero es más raro y
más friki que el anterior, y van demostrando sus habilidades a modo de
presentación: desde montar grifos, luchar contra Ella-Laraña escapada de “El
Hobbit” o hacer paellas con chorizos, sin olvidar al típico general renegado
que se pasea por el mundo en taparrabos, y de postre, un puñado de nenes de
papá disfrazados de revolucionarios galácticos que se creen que son los hijos
de la reina Boudica.
Una vez formado el grupo, solo nos fala una buena
traición, la de Han Solo, y por supuesto, una buena batallita donde mostrar
habilidades.
El final, épico, vuelve a mostrar su falta de
originalidad al llegar nuestros héroes a La Ponderosa, al más puro estilo
Western y resucitando al Malo, que no estaba muerto, que estaba de parranda…
En definitiva: Película mala que no recomiendo ver
si sois proclives a los desprendimientos de retina, como es mi caso. De sus dos
horas, cuarenta y cinco minutos son a cámara lenta, por lo que te da tiempo a
darle rienda suelta a tu colon irritable varias veces durante el metraje. La
segunda parte, que trae el sugerente titulo de “La Guerrera que deja marcas”,
se estrenará en abril en España, y no me la pienso perder por nada del mundo.
Colirio a granel. Le doy un 3 y creo que soy muy generoso.
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