“Las que no importan” (Netflix, 2022) ha sido mi
primer contacto, que yo recuerde, con el cine taiwanés, y tengo que reconocer
que la experiencia no ha sido mala, a pesar de que el tema que trata, y la
manera de enfocarlo, está más trillado que un campo extremeño. Película recién llegada,
por cierto, a la plataforma de Netflix España, aunque no está ente las más
vistas.
Lo primero que tengo que decir es que la película
no está doblada al español, y la he visto en su original chino mandarín, con subtítulos,
porque mi chino ya no es el que solía ser hace cuarenta años… No, es broma, yo
de chino, ni idea.
En la narrativa, en un primer lugar tenemos una
serie de escenas cortas, casi fotogramas, de lo que podría ser la nueva
película de “Saw”, para después viajar en el tiempo cinco días antes. Nuestra
protagonista, la Inspectora Wu, valora volarse la cabeza en un descampado en un
fin de año, un extraño plan para Nochevieja, cuando una chica que es
aparentemente perseguida, directamente corretea con otros chicos, por el
descampado se acerca a su coche en busca de ayuda, pero huye despavorida al
verla con el arma en la mano. Wu decide posponer, momentáneamente, el tema de
desparramarse la tarra, y al salir del coche pronto descubre el cadáver de una
chica.
Dicho cadáver solo será el comienzo de una trama
mucho peor, y la inspectora Wu que rememora continuamente la muerte de su
prometido, deberá dejar de lado sus tendencias “chuichidas”, para involucrarse
de lleno en el caso, por presiones de su jefe, y en compañía de una novata
recién ingresada en el cuerpo de policía, que, por otro lado, anda mal de
personal porque no acaban de sacar las oposiciones…
Más pronto que tarde, ambas se verán envueltas en
una trama de trata de personas, migrantes que viven en las sombras y que son víctimas
fáciles de cierto asesino en serie aficionado a la fotografía y a la cirugía
práctica, de por medio.
“Las que no importan”, como decía al principio, no
es una mala película. De hecho, es bastante entretenida, aunque previsible en
muchas de sus partes, y peca de excesivo metraje, como viene siendo habitual en
este tipo de películas, donde las subtramas son excusas para alargar una
narrativa que no necesita mayores condimentos para hacer un buen caldo, y lo
que consiguen a la postre es hacerlas tediosas, más de lo que deberían.
A su hora y cuarenta minutos de recorrido, le
podemos quitar su media hora de rigor sin pestañear, y ganaría muchísimos
puntos.
No destaca, igualmente, por su originalidad, pero es correcta en su ejecución y planteamiento y por ello se lleva su correspondiente 5 en la nota.
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