Con el final de la tercera temporada de “The Americans” (2015), he llegado al ecuador de la serie. Y, ciertamente, esta temporada me ha resultado casi de transición. Salvo dos o tres capítulos del final, que han despertado algo más mi interés, el resto la verdad sea dicha, no es para tirar cohetes precisamente.
Los agentes del KGB protagonistas, se siguen librando de situaciones inverosímiles, mientras que su hija mayor, Paige, les sale cada vez más ultracristiana, alcanzando cotas que rozan el sectarismo total.
Y, el personaje estadounidense, el agente Beeman, se ha ido desinflando poco a poco, después de un gran papelón en la primera temporada, viendo como su matrimonio se ha ido al garete, y los soviéticos operan en sus mismas narices sin coscarse de nada.
La subtrama soviética, donde la espía Nina se hace amiga de un científico judío capturado en la temporada anterior, no hace más que dar vueltas sin sentido.
En fin, espero que la cuarta
temporada anime un poco el cotarro, dejando de lado tantas emociones y
sentimientos poco creíbles, porque aún me quedan cuarenta y tantos capítulos
para acabar la serie y espero que remonte el vuelo… Aún así, tengo que deciros que la serie es buena, ojo, no me malinterpretéis, y muy recomendable. Así que si aún no os habéis puesto con ella, ya va siendo hora.
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