Interesante adaptación al manga, “Las aventuras de Huckleberry Finn” (Norma, 2020) de Mark Twain, dentro de su colección “Clásicos Manga”. Interesante porque, ya desde el prólogo, se nos advierte a que nos enfrentamos, en la etapa del “correctismo” político y social, y se nos pide, prácticamente, que veamos el libro dentro del contexto histórico-social en qué fue escrito: S. XIX, Estados Unidos, lenguaje de la época, Esclavitud… Algo en lo que insistirá en las páginas finales la guionista, Crystal “Silvermoon” Chan, que reconoce que para esta adaptación, se omite, dentro de ese “correctismo”, que en la novela original de Twain, Huckleberry Finn fumaba más que un carretero, y no vaya a ser que los jóvenes del S.XXI se vayan a enganchar al tabaco por ello…
En cuanto al Manga, conviene leer antes, dentro de la misma colección, el de “Tom Sawyer”, ya que este es continuación de ese volumen. No es obligatorio, pero si entenderás muchas cosas de las que suceden aquí al leerlo. El libro está recopilado en 43 capítulos, muy bien adaptados en mi opinión, salvo por algunos pequeños detalles menores, y recoge muy bien la manera de hablar de la época, de los esclavos y la relación con los blancos, y como era la sociedad de la época.
Este libro siempre me ha parecido que tiene mezcla de otros muchos libros, como “Don Quijote”, en la relación que tienen Huckleberry Finn y Jim, a través del río, con las aventuras que le ocurren, e incluso de “Romeo y Julieta”, en la disputa de dos familias que se llevan a matar (literalmente, a tiros) aunque tienen a dos jóvenes de las mismas, enamorados, que buscan el amor a pesar de los tiros y prohibiciones.
El dibujo, del mangaka Kuma Chan, es muy correcto, dentro de los mangas clásicos, y resuelve muy bien algunas situaciones embarazosas, como el tema de los fallecidos a tiros o el tema de la brea a los farsantes “Duque y Rey”, sin entrar en mayores complicaciones.
Un libro muy recomendable,
muy ameno y divertido, pero no apto para los que se ofenden con facilidad, o
para los que quieren ver con ojos del S.XXI, unos hechos y realidades (que el
autor ya de por sí criticaba con cierta acidez, y que aquí nadie defiende, ojo)
que eran habituales a mediados del S.XIX.
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