En “Acusada” (2018),
tenemos a Dolores, una joven estudiante que tiene una vida normal y corriente,
dentro de la alta sociedad argentina, chica bien y chica guapa (dicho sea de
paso). Un día es acusada del crimen de su mejor amiga, que ha sido brutalmente
asesinada en una multitudinaria fiesta casera, donde abunda el alcohol y las
drogas. El país está conmovido, todo el mundo tiene una opinión sobre un caso
que se ha convertido en mediático, aparece en la televisión, en las revistas,
en todos los medios… La familia busca los mejores abogados, se hipotecan,
comienzan a perder dinero. Se trata de salvar el honor, el apellido, tratar de
que todo termine favorablemente, mientras Dolores comienza una relación con un
chico (que no sé qué aporta a la narrativa) y un puma anda suelto por el
barrio...
La película da vueltas y
vueltas en el tiempo. Atrás, y al presente. Pasan dos años, desde la muerte de
Camila hasta el juicio, el presente. Los testigos desfilan, la gente opina, el
juicio se desarrolla (por cierto, de lo mejor de la película, tanto el abogado
defensor como el fiscal) y se van descubriendo oscuros secretos, desvelos
familiares (la madre no tiene nada que envidiar a un Caminante Blanco de Juego
de Tronos) y encubrimientos…
En fin. Es una cinta que
dejo “a vontade”. Entretiene, no tiene mayores aspiraciones, y en mi opinión,
le sobra perfectamente media hora larga de metraje para contar exactamente lo
mismo. El final, a gusto del consumidor.
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