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viernes, 19 de octubre de 2018

Como ganar amigos e influir sobre las personas (1936) Dale Carnegie (1888-1955)



         Recuerdo que, cuando apenas era un crío, este libro estuvo rondando por casa un tiempo. No sé quién lo trajo, o como apareció por casa, pero si lo recuerdo perfectamente porque a mí, con diez o doce años, me llamaba mucho la atención su título.


        “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” (1936) de Dale Carnegie (1888-1955) era la frase que rezaba en la portada. Cuando escribo esto, hubiera jurado que era una edición en castellano de los años setenta, pero después he descubierto que era una edición del año 81. Es decir, que era más reciente de lo que recordaba.

         Por supuesto, el libro no me lo leí. Pero recuerdo haber leído, muchas veces, en voz alta, las recomendaciones que daba Dale Carnegie al final de cada capítulo, que eran en mayúsculas, y que sonaban como verdades inapelables: NO CRITIQUE, NI CONDENE, NI SE QUEJE… SONRÍA…SEA UN BUEN OYENTE…


        A mí, todo aquello, personalmente, me daba mucha risa, y curiosidad, a partes iguales. ¿Quién quería tener más amigos de los que ya tenía?, ¿Quién quería influir en la gente y porque motivos? Yo tenía una cincuentena de “amigos” en el colegio. Creo que era bastante popular, a pesar de no hablar mucho, y estar más interesado en los cómics y en los libros, que en el fútbol y el baloncesto. Pero prestaba mis cosas. No dudaba en regalar un lápiz, compartir una fantasía empezando por un “¿Te imaginas que…?”, o acompañar a un “castigado” durante el recreo bajo el árbol del patio. Tenía “amigos”, y aquel libro me parecía, completamente, absurdo.


         Posteriormente, pasó el tiempo. Un antiguo compañero de trabajo, un buen día, café mediante, me confesó haberse leído el libro con fines didácticos. Es decir, Carnegie te da las claves para “hacer amigos” (algo que yo siempre he puesto en duda, ya que creo que los amigos son “otra cosa”), pero en realidad, son unas buenas claves para que un profesor novato trate con el respetable alumnado, dejando a un lado miedos e incertidumbres, y me recomendó su lectura. Él creía que el libro era, ciertamente, la clave para desarrollar bien una clase, a lo largo de un curso lectivo, y conseguir un buen rollo dentro del aula. Le comenté que había tenido el libro en casa durante una temporada y que “desapareció” sin habérmelo llegado a leer.


          Pasé de su consejo, y, hace relativamente poco tiempo, llegó hasta mi estantería, “Aprendiendo de los mejores” (2013), el libro de Francisco Alcaide que ya os he comentado en este mismo blog. En él se volvía a citar, entre otros muchos, a Dale Carnegie, y decidí comprarme la edición de bolsillo del mismo, que es de junio de 2018 (Elipse Editorial), para tratar de entender el éxito de las teorías de Dale Carnegie.

         Mi intención no es influir sobre las personas, pero debo reconocer que, ahora entiendo perfectamente, que aquel antiguo compañero de trabajo leyera y usara este libro. Ni tampoco “ganar amigos”, ya que creo, desde mi experiencia personal, que los buenos amigos, los tres o cuatro que tengo y que me acompañan, los haces entre los ocho y los dieciocho años. O, por lo menos, la inmensa mayoría de ellos. Después, pienso, hay mucho “añadido, conocido o arrimado”, que, rara vez, he podido calificar de “amigo”. Y, acercándome a los cincuenta, estoy más interesado en conservar a los amigos que tengo, que hacer nuevas amistades. Sinceramente, así lo pienso a fecha de hoy.

          El libro, escrito en 1936, te da unas claves muy empáticas para hacer amigos e influir en las personas. Yo, personalmente, no coincido con algunas de ellas, pero eso lo dejo al gusto del consumidor. Cada capítulo comienza con una serie de experiencias de diversas personas y situaciones. Casi todas ellas, a pesar de la actualización de la edición, enmarcadas en la vida estadounidense de finales del S.XIX, comienzos del S. XX. Las personas tampoco han cambiado mucho, y prácticamente las mismas técnicas que Carnegie utilizó hace ochenta años, pueden seguir usándose hoy en día. Carnegie, hay que reconocerlo, llenaba salas y pabellones enteros en sus conferencias, algo de razón llevaría (o la gente estaba muy desesperada por encontrar respuestas a sus problemas sociales).

        No deja de ser interesante, pero hoy en día, me aporta más saciar mi curiosidad que una utilización practica del libro. Aún así, os recomiendo su lectura. Os pongo aquí el enlace del artículo de la Wikipedia dedicado al mismo, por si os interesa. Y ya me diréis.

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