“Los peores años de mi vida”
(2016) llega veinte años tarde. Me ha sorprendido que Netflix ofrezca este tipo
de cine tan típico y tan tópico, que no tengo claro si va dirigido a los adolescentes
de 1º ESO de casa, o directamente a sus padres de cuarenta y tantos años, que
se criaron viendo la, ya mítica serie, “Salvados por la campana”. Lo que si sé
es que el metraje se basa en una ralea de libros dirigidos a nenes que acaban
de llegar al Instituto. Creo que van por el cuarto, o el quinto.
Y es que la cinta se las trae:
Tenemos al director gilipollas (que recuerda mucho a Richard Belding, de “Salvados
por la campana”), a la subdirectora que ladra por los pasillos, el tutor u orientador
(no lo tengo muy claro), que es un tío enrollado (estos, en la vida real,
acaban amargados, y quemados, a las dos semanas), al padrastro capullo, a la
hermana insoportable … Al amigo bromista y risueño, a la chica rarita y
comprometida pero guapa, matones de manual… Y el protagonista, que es Rafe (su
apellido no soy capaz de escribirlo), que llega nuevo al Instituto, que hace
dibujos (y cómics) en su cuaderno, y que, con el poder de su imaginación,
cobran vida por doquier…
Algo parecido se hizo, ya hace
varios años, con “El diario de Greg”, que trajo cola de libros y de películas,
o con “Cien cosas que hacer antes de ir al Instituto”, serie de hace,
igualmente, varios años, que no pasó de la Primera Temporada, y que comparte a
la chica (Isabela Moner), curiosamente, con esta cinta de la que os hablo hoy,
y que esperemos que no se estanque en este tipo de trabajos, o acabará cantando
desnuda encima de una bola de demolición en menos de una década…
Es muy curioso, ciertamente,
como Rafe y su amigo, quieren acabar con las estrictas reglas que gobiernan el
Instituto (que de eso va, a fin de cuentas, toda la película), pero que ellos
mismos sean… Pues eso… Puros arquetipos de este tipo de cine: Taquillas, pasillos
con miles de alumnos, entradas con trofeos, bromas y trastadas imaginativas (en
la vida real, serían imposibles) …
Ideal para verla con tus hijos,
o tus sobrinos, de trece años.
P.D: Los dibujos animados, son
una pasada.
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