“El
Abismo Secreto” es una película británica de 2025, que salió directamente en
plataformas, aunque podría haber arriesgado antes que eso a estrenar en cines y
quizás algo hubieran sacado, y que mezcla varios géneros: Acción, terror y
hasta romanticismo en su parte final, en una hora y cincuenta y cinco minutos
de metraje, de la que podríamos quitar perfectamente sus veinte minutos de
rigor sin pestañear. En realidad, debería haberse llamado “La Garganta”, y no “El
Abismo Secreto”, pero primero pensé que los españoles son unos cachondos a la
hora de traducir los títulos, y después caí que no sabemos realmente de qué
abismo secreto estamos hablando realmente.
Protagonizada
por Anya Taylor-Joy y Miles Teller, que, a pesar de que lo intentan, no me
convencen en cuanto a química se refiere (aunque si en cuanto a actuaciones),
tiene una breve participación, de unos 5-6 minutos de metraje de la mítica
Sigourney Weaver, que yo creo que hasta que no vio todo el producto final, no
supo que carajo estaba rodando, si es que se ha molestado en verla, la
película, digo…
“El
Abismo Secreto” nos narra una rocambolesca historia que empieza muy bien, por
lo menos durante su primera hora de metraje, y posteriormente va perdiendo
fuelle, se hace videojuego clásico al estilo “Resident Evil”, “Alone in the
Dark” o cualquiera por el estilo, y acaba siendo una producción de pareja a la
fuga, con su toque amoroso, de nosotros contra el mundo, con un final
predecible, previsible, pero que no deja de ser entretenido y que te puede
hacer pasar una tarde más o menos amena…
“El Abismo Secreto” se monta, como os
decía anteriormente, una narrativa un tanto intrincada. Dos tiradores de élite,
dos agentes ultrasecretos y fiables son confiados a vigilar un cañón, un
abismo, con más niebla que el Guadiana un día de Navidad.
Uno está en una torre de control, y la otra, ya que es una chica, está enfrente. Armados hasta los dientes, con lo mejor de la tecnología del momento, están contratados por un año entero, y no deben dejar que nada suba por las laderas de ese cañón. Para ello, disponen de todo tipo de armas, radares, minas, artilugios y comodidades en las torres, que son iguales, aunque no son de más de 20 m2. Por un sitio así, en cualquier ciudad extremeña te pueden pedir mil euros de alquiler, perfectamente.
Según nos cuenta un tipo que ha acabado el contrato. Una de las torres está controlada por Gran Bretaña y Estados Unidos, y la que está enfrente, por el antiguo bloque del Pacto de Varsovia desde 1946. Primero por los soviéticos, y ahora por los rusos y allegados. Nuestro francotirador se llama Levi, y nuestra Viuda Negra, Drasa. Y pronto se van a hacer amigos.
La primera hora casi parece una película
muda. Ya que apenas hablan. A Levi lo manda allí la Sigourney Weaver y le dice
que aquello, comparado con los aliens, está tirado.
Pronto, del cañón comienzan a escalar
unos zombies o seres que parecen los ents de “El Señor de los Anillos” con
tintes de Caminantes Blancos de “Juego de Tronos”. Y ambos, Levi y Drasa, se
ayudan en el noble arte de ametrallarlos y eliminarlos.
Por la niebla, ellos no pueden ver lo
que hay ahí abajo, pero se imaginan que tiene que ser una mezcla entre
Fukushima y Chernóbil después de 60 veranos.
A mitad de año, les entra el celo, y
Levi se monta una tirolina para ir a conocer a Drasa, cenar, beber y hacer una
representación de la Caidita de Roma. Cuando vuelve a casa por el mismo método,
una de las minas se activa, le corta el cable y se precipita al vacío. Menos
mal que llevaba paraca, y aterriza en mitad del cañón, donde aquello parece una
portada de los Iron Maiden o de Megadeth de hace 40 años.
Árboles con dientes, ciempiés de dos
metros, zombis hechos de raíces, aquello es como Matalascañas en pleno verano,
pero con menos sobresaltos.
El
caso es que Drasa se tira también al abismo, y entre ambos se montan un “Call
of Duty”, mientras averiguan la verdad de aquel sitio, que es lo menos creíble
de la película.
Al
parecer, en 1946, estadounidenses, soviéticos y británicos crean un complejo de
investigación conjunta en aquel lugar, aunque no sabemos en qué país concreto
está. Se trata de investigar yogures con bífidus, productos ecológicos,
nucleares y atómicos, absolutamente de todo lo que se les viniera a la cabeza,
y un terremoto de ocho grados los mandó a todos al carajo.
Los
bífidus, los Omega 3, los probióticos del lugar, el Paracetamol en rama y el
Orfidal se mezclaron con elementos nucleares, atómicos y ecológicos, que eran
los peores y modificaron el adn de los humanos, combinando sus adns y sus
cuerpos, con insectos, plantas y folletos publicitarios, estos últimos eran los
peores, creando una serie de mutantes. Enviaron a 2400 tipos a eliminarlos, y
no regresó ni la Cabra de la Legión que iba con ellos.
Pronto descubren, que, además, sus
gobiernos no están detrás de aquello, sino una gran multinacional o
corporación, la de la Weaver, que lo mismo te vende camalote del Guadiana, que
armas, cosas mutantes o te instala una réplica de la Estatua de la Libertad en
Badajoz. Hacen de todo, y barato.
La
parejita debe salir de allí como sea, y, además, evitar que la Corporación les
dé de Baja también a ellos en el intento. Por lo que intentarán no solo
sobrevivir, si no de paso, volar todo el lugar por los aires, y salir de allí
en las mejores condiciones posibles.
En definitiva: Película para pasar la tarde. Buena música durante la primera hora. No actúan mal estos dos, pero a Anya Taylor-Joy no me la creo en estos papeles, y Miles Teller, más allá de hacer de teleñeco en una posible película de personajes reales, tampoco. Lo intentan, pero química no hay, o hay realmente poca. Primera parte buena, segunda mitad ya muy vista, carente de originalidad y con mucho ordenador de por medio. Nota: Un 5,5. Si la veis, ya me diréis qué os pareció a vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario