Comenzó el año y la primera serie que me salió al paso en la plataforma
Netflix España fue “Berlín”, estirando una vez más un chicle, que, en mi
opinión, ya no da mucho más de sí, que es sacar “spin-offs” de la exitosa “La
Casa de Papel” como el que come pipas, y que de momento no he visto, pero más
que nada porque no me apetece… No os enfadéis los fans, que no estoy rajando ni
nada parecido.
Y
posteriormente, a los pocos días, la plataforma me recomendó la serie británica
“Engaños”, miniserie de ocho capítulos que rondan los cincuenta minutos de
duración, menos curiosamente el último de la colección, que está en los 35
minutos, al contrario de lo que suele suceder, por regla general, donde suelen
explayarse más en metraje en estos capítulos finales que cierran etapas.
“Engaños” cuando os hablo,
ha conseguido posicionarse entre las series más vistas de España, que no
significa que la serie sea la leche, pero es un dato que os doy. La serie está
basada en una novela de 2016, a cargo del escritor estadounidense de misterio,
Harlan Coben, que creo que también anda en la producción.
En la narrativa tenemos a
una expiloto de helicópteros del ejército británico, Maya, que ve como su
marido, Joe, es asesinado presuntamente en un parque. Posteriormente, se queda
alucinada cuando ve en las imágenes grabadas por una cámara oculta que tiene en
casa, a su marido fallecido interactuar con su hija pequeña.
Este descubrimiento, la
lleva a investigar una trama en la que hay muchos cadáveres por medio, como el
de su propia hermana, asesinada igualmente, amigos de su marido también
fallecidos anteriormente en circunstancias poco claras (una de las muchas
subtramas que sobran, metida con calzador) …
Y todo ello mientras su pasado lanzando misiles a
civiles en una de esas guerras random, le persigue y nos crea una subtrama
completamente prescindible… Al igual que muchas otras subtramas, que solo
desvían la atención, como que su fallecida hermana tuvo un hijo secreto de un
rollete en Francia, o los desmanes de su familia política, que son ricos hasta
las cejas, y que van a dar mucho juego en determinados episodios, al más puro
estilo “Falcon Crest”, como el que cierra la serie.
Igualmente, seguiremos la
pista al hermano gemelo y étnico de Adam Sandler, primo de Leoncio el león, un detective
de la policía, antiguo bebedor empedernido, que parece tener una enfermedad
degenerativa mental, (después veremos que es otra cosa), y que investiga el
caso cuando no está desmayado en el suelo, o viendo fantasmas al más puro
estilo “El sexto sentido” … Y que tiene su contrapunto en su risueño y alegre
compañero de andanzas, pero que no acaba de convencer porque no ve las cosas ni
teniéndolas delante.
“Engaños” engaña bastante, o
casi qué diría que mucho, y es que, de sus ocho episodios, al menos tres son de
puro relleno, piruetas orquestales en la oscuridad, que no llevan a nada más
allá que mantener al espectador en un hastío casi visceral.
De todos sus episodios, me
quedaría con los dos primeros, los quince últimos minutos del séptimo y con el
octavo, que desvela finalmente la enrevesada trama, pura telaraña, que Maya
tenía tejida a su alrededor y que dejará a más de uno con el culete torcido.
En definitiva: No me ha
parecido una serie para tirar cohetes. Al contrario, a ratos, me ha llegado a
parecer un tostonazo de campeonato, y he bostezado más que una marmota, aunque
reconozco haber disfrutado con el episodio final que es un troleo al espectador
épico, todo hay que decirlo.
Creo que le gustará a gente harta de licor de
bellota y a fans de Michelle Keegan y su característico rictus. Yo le doy un 4,
y creo que os la podéis ahorrar, porque a pesar de su éxito en España, me ha
parecido mala en proporciones cósmicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario