Después de haber leído
hace relativamente poco las memorias de Záitsev,
y ver la película ruso-ucraniana (por segunda vez, pues la dediqué una primera
entrada hace unos años) “Batalla
por Sebastopol” , no podía dejar de pasar la oportunidad este verano que se
acaba, de leer las memorias de la archifamosa francotiradora Liudmila
Pavlichenko, que entre Odessa y Sebastopol, se cargó a 309 oficiales y soldados
nazis, en su cargo de francotiradora, superando a Záitsev por unas cuantas
docenas.
“La francotiradora de
Stalin” (Planeta, 2019) es la autobiografía de la protagonista, escritas entre
Moscú y Sebastopol, entre 1967 y 1972 (poco antes de fallecer en 1974), y en
las que narra su experiencia en la guerra, cómo comenzó a disparar y a
interesarse por las armas, sus tácticas de combate y la experiencia en el
frente, donde fue herida varias veces, y donde murió su segundo marido, Alekséi
Kitsenko (y posiblemente también el primero, al que apenas le dedica pocas
palabras). El libro es muy interesante, ya que Pavlichenko no se ahorra las
curiosidades, sus opiniones y los trofeos de guerra que consiguió y cómo,
aunque las cien últimas páginas se vuelven algo más aburridas, al ser retirada
del frente y enviada en una misión diplomática por Estados Unidos, Canadá y
Reino Unido. En esta última parte habla más de lo que le pareció la familia
Roosvelt, Charlie Chaplin o Churchill, y es evidente el choque cultural en sus
escritos. Es curioso que narra la venida con muchos detalles, pero no el viaje
que la llevó de la URSS a los Estados Unidos.
El libro, dividido en
diecinueve capítulos, se acompaña de una veintena de fotos y un anexo final
explicativo de algunas de las notas que hay a lo largo del libro, que ofrece
una información adicional a la historia de Liudmila.
Es, desde luego, más
denso que el de Záitsev (al cual nombra en sus páginas finales en un par de
ocasiones), que al fin y al cabo, no tenía los estudios universitarios de Pavlichenko,
que acabó siendo Doctora en Historia por la Universidad de Kiev, pero igual de
fascinante. Es muy curioso, como igual que Záitsev, repite casi las mismas consignas y chacras que aquel respecto al estalinismo del país, lo cual no deja de ser curioso. Te gustará, seguro, si te va la Segunda Guerra Mundial.
Pavlichenko, al igual que Záitsev, tuvo su pez gordo. Esta es, para mí, una de las mejores partes del libro.
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