“Illang: La brigada del
lobo” (2018) es una película surcoreana, basado en un anime japonés de finales
de los noventa. La cinta es enrevesada y complicada como ella sola, como
distopia rara que es. En 2024, las dos Coreas deciden unirse (jajajaja) para
afrontar juntas los problemas geopolíticos de la zona, en la que la tensión se
corta con un cuchillo entre China, Rusia, Japón y Estados Unidos.
A raíz de dicha unión,
aparece “Secto”, un grupo de jóvenes terroristas que están en contra del nuevo
status de la península y que cometen ataques poniendo en jaque al Gobierno
Provisional. Pronto, aparece un Grupo de Fuerzas Especiales, que llega a
cometer algunos errores a la hora de cargarse a gente equivocada, y dentro de
ellos mismos, un subgrupo, “La brigada del lobo” que visten con unas especies
de armaduras, cascos nazis, ojos con lucecitas rojas y máscaras anti-gas.
Paralelamente, el propio Servicio de Inteligencia, lucha contra el poder
creciente de dicho grupo. Estamos en 2029, y el cacao está servido mezclado con
traiciones y líos de mucho cuidado.
Tiros, bombazos, y más
tiros, diálogos que no van a ninguna parte y alguna animación. Película de
acción, con poca acción, a la que le sobran entre treinta-cuarenta minutos, y
que es bastante caótica. Mi interés ha ido decreciendo según se desarrollaba la
película, y sonaba Enya. Ha habido momentos en que me parecía un poco
tostonazo, confusa y larga de narices, como os digo. La dejo a vuestra
elección.
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