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lunes, 17 de agosto de 2020

Dorohedoro (2020)



        Con “Dorohedoro” (2020), serie anime, basada en un manga que ya tiene sus veinte años, me he llevado una sorpresa agridulce. Los tres primeros episodios me han parecido una explosión de surrealismo, mundo infernal, escenas psicodélicas, máscaras sadomaso, gore y tensiones sexuales nunca resueltas. Después los episodios van más o menos fluctuando, con un par de ellos de relleno, y curiosamente, quien me mantiene más interés, es “La Familia” el grupo de malos de la serie…

        Pero, ¿De qué va “Dorohedoro”? Pues de un mundo infernal llamado “Hole” (El Agujero, literalmente), donde los humanos son carne de cañón de magos y hechiceros que experimentan con ellos de distintas maneras, probando sus artes mágicas y demoniacas con los pobres desgraciados que se les cruzan.

        Los hechiceros vienen de su propio mundo a través de puertas. En una de estas, transforman a un tipo que pierde la memoria, y que se vuelve inmune a la magia. Le transforman la cabeza en la de un caimán (de hecho, el personaje se llama Caimán). Desde el momento en que toma conciencia, Caimán atrapa hechiceros, les mete la cabeza dentro de su boca y un hombre en su interior, su antiguo Yo, le dice si es o no quién lo hechizó. Al ser la respuesta negativa, Caimán los mata con diversos “Fatalities”, a cual más sangriento. En su misión, le acompaña una joven cocinera, Nikaido, que se ha hecho su amiga, y que guarda más de un secreto.

        Entre los “malos”, tenemos a “En”, un hechicero metido en muchos negocios, que se ha hecho con parte del control del mundo de los magos y hechiceros, y que tiene el poder de transformar a la gente y a las cosas en champiñones. Igualmente, dispone de una serie de esbirros, auténticos asesinos, a su disposición, de diversos niveles, donde destacan Noi, una fortachona de amplio pecho y pelo blanco (con una alta capacidad curativa), y Shin, su compañero, que suele llevar una máscara con forma de corazón humano (del revés) y lleva un martillo como arma.

        Los episodios son de diversa calidad, en mi opinión. La música también juega un acertado papel, a veces caótica, a veces cirquense, incluso hay un episodio donde es un jazz pegadizo. Como os digo, tiene elementos de Moebius en su estética, de Alicia en el País de las Maravillas, de HellRaiser, magia negra a cascoporro, mucho caos en cantidades industriales, demonología de manual, y de mil historias más… Cierto humor, terror (aunque no mucho) y mucha sangre y vísceras. Ya me diréis que os parece.

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