Con “Dorohedoro”
(2020), serie anime, basada en un manga que ya tiene sus veinte años, me he
llevado una sorpresa agridulce. Los tres primeros episodios me han parecido una
explosión de surrealismo, mundo infernal, escenas psicodélicas, máscaras
sadomaso, gore y tensiones sexuales nunca resueltas. Después los episodios van más
o menos fluctuando, con un par de ellos de relleno, y curiosamente, quien me
mantiene más interés, es “La Familia” el grupo de malos de la serie…
Pero, ¿De qué va “Dorohedoro”?
Pues de un mundo infernal llamado “Hole” (El Agujero, literalmente), donde los
humanos son carne de cañón de magos y hechiceros que experimentan con ellos de
distintas maneras, probando sus artes mágicas y demoniacas con los pobres
desgraciados que se les cruzan.
Los hechiceros vienen
de su propio mundo a través de puertas. En una de estas, transforman a un tipo
que pierde la memoria, y que se vuelve inmune a la magia. Le transforman la cabeza
en la de un caimán (de hecho, el personaje se llama Caimán). Desde el momento
en que toma conciencia, Caimán atrapa hechiceros, les mete la cabeza dentro de
su boca y un hombre en su interior, su antiguo Yo, le dice si es o no quién lo
hechizó. Al ser la respuesta negativa, Caimán los mata con diversos “Fatalities”,
a cual más sangriento. En su misión, le acompaña una joven cocinera, Nikaido, que
se ha hecho su amiga, y que guarda más de un secreto.
Entre los “malos”,
tenemos a “En”, un hechicero metido en muchos negocios, que se ha hecho con
parte del control del mundo de los magos y hechiceros, y que tiene el poder de
transformar a la gente y a las cosas en champiñones. Igualmente, dispone de una
serie de esbirros, auténticos asesinos, a su disposición, de diversos niveles,
donde destacan Noi, una fortachona de amplio pecho y pelo blanco (con una alta
capacidad curativa), y Shin, su compañero, que suele llevar una máscara con forma
de corazón humano (del revés) y lleva un martillo como arma.
Los episodios son de
diversa calidad, en mi opinión. La música también juega un acertado papel, a
veces caótica, a veces cirquense, incluso hay un episodio donde es un jazz
pegadizo. Como os digo, tiene elementos de Moebius en su estética, de Alicia en
el País de las Maravillas, de HellRaiser, magia negra a cascoporro, mucho caos
en cantidades industriales, demonología de manual, y de mil historias más…
Cierto humor, terror (aunque no mucho) y mucha sangre y vísceras. Ya me diréis
que os parece.
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