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viernes, 31 de julio de 2020

El pájaro pintado (2019)



        “El pájaro pintado” (2019) me ha parecido una película bastante brutal, basada, al parecer, en una novela de idéntico nombre (Jerzy Kosinski, 1965), pero más fuerte aún si cabe.

        Rodada en integro blanco y negro, la acción se desarrolla en algún lugar de Europa del Este que no he conseguido identificar durante la Segunda Guerra Mundial. Un niño judío (posiblemente también de etnia gitana, aunque eso no se llega a aclarar) de nombre desconocido (se aclara al final de la película) inicia una “road movie” en busca de sus padres (o eso es lo que creemos, porque el nene no pía nunca) tras un primer palo. Todo en su viaje, son desgracias y deshumanización por doquier. Como una especie de “Lazarillo de Tormes” mudo y algo agorero, el niño va encontrándose con una serie de personas en su periplo, a cual más loco o extraño, siendo la cinta en sí una crítica a la violencia física y mental, al abuso, al sinsentido de la guerra, a la intolerancia étnica y religiosa y a la hipocresía de la Iglesia, entre otras muchísimas cosas, dejando a las “Pinturas Negras” de Goya como anecdóticas, pues el cuadro que nos plantea es brutal, con asesinatos por parte de nazis o sus acólitos, palizas por parte de parroquianos y xenofobia y odio en su máximo apogeo. Solo alguna vez, se ve algo de humanidad (y curiosamente, en un viejo soldado alemán y en un viejo cura enfermo), pero la crueldad campa a sus anchas en sus casi tres horas de metraje, que, por otro lado, nos regala muchos silencios y una fotografía increíble, que recuerda a algunas fotografías de la Guerra Civil española (sobre todo, las de ámbito rural).

        Llama la atención el papel, bastante visible, que juega la superstición, la brujería, el paganismo y la superchería, que nos lleva a pensar que estamos en el medievo o en una Europa del tiempo de los vikingos en esta zona oriental europea. El sexo, también está muy presente, incluso relacionado con esa superstición campera, de brujas o endemoniados.

        La película es, desde luego, de las que no te dejan indiferente, Refleja muy bien las atrocidades de la guerra, la incultura de la gente, y la perdida de razón por parte de casi todos los personajes. El niño es un mero hilo por este laberinto organizado por partes, con el nombre de cada personaje que se cruza con el niño, que acaba siendo parte del engranaje, un superviviente nato, con un hijo de puta (posiblemente) dentro. Os la recomiendo.

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