Durante mi carrera de
Historia del Arte (hace ya más de veinte años) no le dedicamos más de cinco o
diez minutos a la pintura de Tamara de Lempicka. Una artista que había huido,
junto a su marido, de la Revolución Rusa, que acabó con el Zar y su familia
(con la que su marido, de la aristocracia, tenía mucho trato), y que acabó con
la familia refugiada en París, gracias a la mediación de unos familiares.
Su pintura, neocubista
para algunos (yo creo que ni por asomo), pronto comenzó a causar sensación en
determinados círculos artísticos, frecuentados por personajes como Jean Cocteau
o André Gide, junto a su declarada bisexualidad (estaba casada, pero tenía
relaciones extramatrimoniales, normalmente con sus modelos femeninas) y sus
fiestas antológicas. Representaba a la mujer de los años veinte. Sofisticada,
misteriosa, que vestía con ropas masculinas o llevaba el pelo corto, y que se
codeaba con lo más interesante de la sociedad de la época.
En “Tamara de Lempicka”
(Planeta, 2019) de Virginie Greiner (guion) y Daphné Collignon (dibujo y color)
tenemos a esa fascinante mujer, artista, que lucha entre las aguas turbulentas
de un matrimonio que va haciendo agua, y una maternidad llevada con pinzas, y
el deseo por ser reconocida como pintora, con un estilo muy peculiar, muy
reconocible.
La artista cayó en el
olvido, prácticamente después de la Segunda Guerra Mundial, hasta su muerte.
Este cómic, con un dibujo, ciertamente, muy Decó,
me ha parecido una interesante biografía de su etapa más prolífica, más
atrevida y movida (en todos los aspectos). Tiene, en las páginas finales, un
pequeño dossier que nos ayuda a entender más a Tamara, y el ambiente, y las
circunstancias, en la que se desarrolló. Lo recomiendo, está francamente bien.
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