“Todo el día y una noche”
(2020) comienza con un asesinato, un juicio y el patio de una cárcel. Después
tenemos al asesino, un chico afroamericano, Janhkor, voz en off, va recordando
como ha llegado allí: Familia desestructurada con padre violento y nada
empático, palizas, barrio chungo, drogas y atracos, cochazos y pistolas,
venganzas…
Y, claro, con ese
comienzo, ya sabes que no vas a ver nada que no te hayan contado ya mil
quinientas veces. Desde distintos puntos de vista, pero nada nuevo. La
comunidad afroamericana armada, que mata a ritmo de rap y que acaba en la
cárcel más pronto que tarde, cuando podrían haber sido cantantes, o haber
seguido otro camino distinto, pero la película te cuenta que no tienen ningún
futuro bueno, más allá del trapicheo que se traen unos y otros (chicas incluidas)
…
La narrativa va y viene durante
dos horas: Presente y pasado. Continuos recuerdos: Vida desecha, violencia, el
circulo que se repite una y otra vez, aunque al final parece que hay un hilo de
esperanza con la llegada de un bebé. Con una hora menos, te hubiera contado lo
mismo.
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