La historia que se cuenta
en “La inocencia” (2019) me suena, y mucho. Me suena por los pueblos, por los
embarazos indeseados, los canis y las chonis, las adolescentes que se fijan en
los kinkis, los porros, los chismes, la falta de educación sexual… Y, encima,
en un pueblo en verano.
Claro que me suena. Más
si trabajo con adolescentes desde hace años. En la narrativa, tenemos a Lis,
una adolescente que quiere ser artista de circo. Sueña con ir a una escuela de
circo en Barcelona. Pasa el verano con sus amigas en el pueblo, en la piscina,
tonteando con chicos, yendo a la discoteca… Mientras sus padres, sobre todo su
madre, se relacionan con vecinos, y hacen su vida, un tanto ajenos a la de Lis.
Lis, aparte de estar con
sus amigas, se ha echado un novio kinki en el pueblo (anda que se fijan en los
frikis o en los intelectuales. No, tiene que ser bien kinki), con el que pasa
de besos, a más cosas (ojo, no lo critico, es solo referir).
Cuando el verano acaba,
Lis se da cuenta que está embarazada, y que toda su vida va a cambiar radicalmente,
mientras los chismorreos surgen y el agobio aprisiona, y los amigos la
abandonan…
Me ha gustado mucho la
cinta. Muy sencilla. Real como la vida misma. Y con un tema que no se trata lo
suficiente aún, ni en la vida, ni en el cine. Me encantaría que la viera gente joven, la entenderían bien. Se me ha pasado volando. La
recomiendo.
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